Enfermedades alérgicas de los animales

Las enfermedades de tipo alérgico son una de las principales preocupaciones de la sanidad animal y afectan a una amplia gama de especies, entre ellas perros, gatos y caballos. Estas condiciones patológicas, resultado de una respuesta inmunitaria hiperactiva a sustancias normalmente inocuas, se manifiestan a través de una variedad de síntomas que pueden alterar significativamente la calidad de vida de los animales afectados.

Enfisema en caballos

El asma equino, también conocido como enfisema, es un grupo de enfermedades respiratorias alérgicas. Estas enfermedades tienen un gran impacto en la salud y el rendimiento de los caballos. Como segunda causa principal de bajo rendimiento, ponen de relieve la necesidad de una detección precoz y un tratamiento eficaz. Ello contribuye a mejorar el bienestar de los caballos de deporte y de carreras.

El enfisema en los caballos suele ser consecuencia de la exposición a alérgenos como el polvo, el moho y el polen. Estos alérgenos desencadenan una inflamación crónica de las vías respiratorias. Existen dos formas principales de esta enfermedad. Por un lado, el asma equina moderada (AEM) afecta a caballos de todas las edades. Se caracteriza por tos ocasional y menor tolerancia al ejercicio. El asma equina grave (AEE) afecta sobre todo a caballos de edad avanzada. Esta forma se caracteriza por tos constante, bronquios muy sensibles y graves dificultades respiratorias en reposo.

El enfisema forma parte del asma equino. Presenta una tendencia alérgica, con una importante inflamación y obstrucción de las vías respiratorias. Los síntomas varían mucho, desde una simple molestia hasta graves problemas respiratorios. Esto demuestra que cada animal reacciona de forma diferente a los alérgenos ambientales.

El diagnóstico del asma equina, incluido el enfisema, se basa en varios factores. Comienza con un examen clínico. A continuación se realiza una endoscopia de las vías respiratorias. A continuación, se realiza un lavado broncoalveolar. Estos pasos permiten evaluar la inflamación y detectar la mucosidad. El tratamiento de esta afección incluye cambios en el entorno. El objetivo es reducir el contacto con los alérgenos. Un tratamiento médico también es necesario. Su objetivo es controlar la inflamación y aliviar los síntomas.

Dermatitis estival recurrente en équidos

La dermatitis estival, también conocida como dermatitis estival equina recurrente (DERE), es una alergia estacional que afecta a la piel de los caballos, desencadenada por las picaduras de insectos como moscas, tábanos y, sobre todo, jejenes del género Culicoides. Esta afección, caracterizada por un intenso picor e inflamación cutánea, puede provocar llagas en la piel del animal. El tratamiento se basa en el uso de antisépticos y lociones calmantes, pero la prevención sigue siendo la estrategia más eficaz contra esta enfermedad.

La EERD se caracteriza por la hipersensibilidad a la saliva de los insectos, con síntomas que se exacerban en los meses más cálidos y remiten en otoño. Las zonas afectadas son principalmente el cuello, la base de la cola y, a veces, las orejas. Las pápulas y la alopecia parcial debida al rascado intenso son signos clínicos frecuentes. Es posible la progresión a la cronicidad, con lesiones que persisten en invierno.

La prevalencia varía de una región a otra, y puede alcanzar 1 de cada 10 caballos en Francia, con especial susceptibilidad en ciertas razas, como los caballos islandeses. Los factores de riesgo son la predisposición genética y las condiciones ambientales que favorecen la presencia de Culicoides.

El diagnóstico se basa en la observación clínica y puede completarse con una biopsia cutánea. La prevención consiste en reducir la exposición a las picaduras con medidas como el uso de mosquiteras, mantener a los caballos protegidos durante los periodos de mayor actividad de los insectos y la aplicación regular de insecticidas.

Dermatitis atópica canina

La dermatitis atópica canina es similar al eccema humano. Es una inflamación cutánea de origen genético. Afecta al 10% de los perros, a menudo antes de los 3 años. La enfermedad se desarrolla en brotes. Provoca sequedad cutánea, lesiones rojas y picor. A veces, también pueden observarse pústulas o engrosamiento de la piel. Las zonas más afectadas son el estómago, los pliegues, los espacios entre los dedos, la cara y las orejas.

La principal causa de esta afección es un defecto en la barrera cutánea. Esto provoca una pérdida excesiva de agua y facilita la penetración de alérgenos y microbios. Esto desencadena una reacción inflamatoria. Aunque no existe cura, un tratamiento adecuado puede controlar los síntomas.

Los síntomas, que suelen aparecer entre los 6 meses y los 3 años de edad, varían en función de la exposición a los alérgenos y pueden intensificarse según la estación del año. Clínicamente, la enfermedad se caracteriza por manchas rojas, prurito, pápulas y caída del pelo, principalmente en las zonas de contacto y roce.

Las razas predispuestas son el Labrador, el Golden Retriever y el Bulldog Francés, entre otras. El diagnóstico se basa en los síntomas, la edad y la exclusión de otras causas de prurito, que puede confirmarse mediante pruebas de alergia.

El tratamiento consiste en eliminar los alérgenos, utilizar champús calmantes, sprays hidratantes y, bajo prescripción veterinaria, una dieta hipoalergénica o medicación para reducir la inflamación y el picor. Los tratamientos antiparasitarios regulares y una higiene rigurosa son esenciales para prevenir los ataques.

Las posibles complicaciones son las sobreinfecciones por bacterias u hongos. Aunque la dermatitis atópica es una enfermedad para toda la vida, un tratamiento proactivo puede ayudar a mantener una calidad de vida satisfactoria para los perros afectados.

Dermatitis alérgica a las pulgas

La dermatitis alérgica a las pulgas (DAP) es una reacción alérgica frecuente en perros y gatos, inducida por la saliva de las pulgas cuando son picados. Esta enfermedad dermatológica se manifiesta como hipersensibilidad cutánea, que provoca prurito, lesiones rojas y excoriaciones. En los gatos, los signos distintivos incluyen costras en la espalda y el cuello, y a veces alopecia extensa o llagas. En los perros, los síntomas suelen aparecer en el triángulo dorso-lumbar, la parte posterior de los muslos y los flancos, y rara vez afectan a zonas como la cabeza y los dedos de los pies.

El diagnóstico de la DAPP se basa en la observación de los síntomas clínicos, las zonas afectadas y la presencia de excrementos de pulga, que muestran un color anaranjado sobre una superficie húmeda. Rara vez se realizan pruebas alergológicas específicas, ya que su utilidad está limitada por la falta de especificidad.

El tratamiento de la DAPP está dirigido a reducir la inflamación y el picor, e incluye el uso de cortisona, cuidados locales (champús, sprays) para calmar los síntomas, y una triple estrategia para controlar las pulgas: eliminación de los parásitos en el animal, tratamiento de otros animales domésticos y saneamiento ambiental. Un uso regular de productos antiparasitarios eficaces es esencial para prevenir la reinfestación.

El pronóstico suele ser bueno, con mejoras tras el tratamiento. Sin embargo, la enfermedad puede reaparecer si no se controlan las pulgas o si se interrumpe el tratamiento preventivo. La prevención es esencial. Requiere una higiene ambiental rigurosa y un tratamiento antiparasitario regular. Esto se aplica al animal afectado y a todos los demás animales del hogar. Así se reduce el riesgo de nuevas infestaciones. El resultado es una mejor calidad de vida para el animal.

Alergias en animales

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