El moquillo canino suele ser desconocido para los propietarios de perros. Es una grave amenaza para la salud canina. Esta infección vírica es más frecuente en cachorros y perros jóvenes. Sin embargo, puede afectar a perros de cualquier edad. El virus CDV (virus del moquillo canino) afecta a los sistemas respiratorio, gastrointestinal y nervioso. Los síntomas varían de leves a mortales. La vacunación puede prevenir eficazmente esta enfermedad. Esto subraya la importancia de la concienciación y la prevención para proteger a nuestros amigos de cuatro patas. En Francia, la ley de 22 de junio de 1989 clasifica el moquillo canino como defecto redhibitorio.
¿Qué es el moquillo?
El moquillo canino es una enfermedad vírica contagiosa que afecta a varios animales pero que no puede transmitirse al hombre. Causada por un paramixovirus similar a los agentes del sarampión y la peste bovina, afecta principalmente a cánidos (perros, lobos, zorros), ciertos mustélidos (visones, hurones), mapaches -principalcausa de muerte en ciertas regiones- y posiblemente marmotas y félidos salvajes. También puede afectar a otros carnívoros, incluidos los marinos.
Los síntomas incluyen fiebre, secreción nasal y ocular, así como problemas respiratorios, gastrointestinales y a veces neurológicos. En raras ocasiones puede producirse hiperqueratosis de la nariz y las almohadillas. El moquillo, antes muy extendido, se ha vuelto más raro en las regiones donde la vacunación preventiva está muy extendida. Sin embargo, sigue siendo común en ciertas zonas y en especies salvajes. Aunque no es transmisible al ser humano, requiere una vigilancia adicional porque sus síntomas pueden ser similares a los de la rabia, una enfermedad mortal que puede transmitirse al ser humano.
Fisiopatología
La infección por el virus del moquillo se transmite esencialmente por contacto directo y exposición de las mucosas a las gotitas infecciosas. Tras la penetración, el virus es transportado por los macrófagos a órganos clave como el bazo, el timo y la médula ósea, donde se multiplica. Sin una inmunidad adecuada, infecta el epitelio de los sistemas respiratorio, digestivo y nervioso, causando síntomas graves y un alto riesgo de mortalidad, especialmente en presencia de infecciones oportunistas.
Este paramixovirus, estrechamente relacionado con los virus del sarampión y la peste bovina, tiene un único antígeno, pero su patogenicidad varía. Es sensible a los desinfectantes, pero resistente a la congelación. Los daños neurológicos afectan principalmente al cerebelo y pueden adoptar dos formas: necrosis neuronal con acumulaciones linfoplasmocitarias, o desmielinización que conduce a una degeneración axonal.
El moquillo can ino puede provocar desde molestias leves hasta un desenlace mortal, sobre todo en los cachorros. La incubación dura de 3 a 10 días, seguida de una fiebre bifásica y la aparición de síntomas específicos y sobreinfecciones. Afecta principalmente a perros jóvenes no vacunados de entre 3 y 6 meses, pero ocasionalmente puede afectar a adultos vacunados. Un diagnóstico preciso requiere a menudo pruebas complementarias. Otras especies salvajes también pueden verse afectadas, lo que subraya la importancia de una prevención eficaz mediante la vacunación.
Transmisión de la enfermedad
El moquillo es muy contagioso y se transmite principalmente por aerosoles o contacto con fluidos corporales infectados (saliva, orina, heces, secreciones nasales y oculares). Un animal puede seguir siendo contagioso 90 días después de la infección, incluso sin síntomas visibles.
El contagio en perros comienza una semana después de la exposición y puede persistir hasta cuatro meses. El virus es sensible a los rayos UV, al calor y a la sequedad, pero sobrevive al frío, permaneciendo activo a 4°C durante semanas.
El periodo de incubación varía de una a seis semanas, seguido de síntomas similares. La transmisión se produce principalmente a través de la tos, los estornudos y el contacto directo, propagando el virus en espacios cerrados como las perreras, especialmente en invierno. Sin embargo, el virus se disipa rápidamente al aire libre y se elimina con los desinfectantes habituales.
La enfermedad no se transmite a los humanos, lo que elimina el riesgo de contagio entre perros y propietarios. Aunque el contacto indirecto es una vía de transmisión menos eficaz debido a la fragilidad del virus con el calor, la propagación de la enfermedad en invierno acentúa el riesgo de contagio, lo que subraya la dificultad de erradicar este virus debido a su facilidad de transmisión.
Evolución de la enfermedad
Trasla inhalación del virus, éste se propaga a los macrófagos y, a continuación, a los tejidos linfoides locales, como las amígdalas bronquiales y los ganglios linfáticos, donde comienza la replicación entre 2 y 4 días después de la infección. Entre 4 y 6 días se produce la viremia primaria, que propaga el virus a los tejidos linfoides y hematopoyéticos, causando linfonía e inmunosupresión. Alrededor de los días 8 a 9, la viremia secundaria puede propagar el virus a diversos tejidos epiteliales y al SNC, afectando principalmente al epitelio de los tractos bronquial y gastrointestinal y a las glándulas. También pueden infectarse otras células como queratinocitos, fibroblastos y células endoteliales. La afectación del SNC es una complicación importante.
Entre los días 9 y 14, el curso de la infección depende de la virulencia de la cepa del CDV, laedad del animal y su estado inmunitario. Las respuestas inmunitarias de los perros pueden dividirse en dos categorías:
- Curaciónrápida: gracias a una respuesta inmunitaria humoral y celular eficaz y precoz, que neutraliza el virus sin signos clínicos.
- Respuesta inmunitariadébil: que conduce a una forma aguda, subaguda o crónica de la enfermedad, con sobreinfección bacteriana y síntomas evidentes.
En cachorros menores de tres meses sin inmunidad materna pasiva, la enfermedad suele ser mortal. Los síntomas varían con la edad e incluyen diarrea hemorrágica, deshidratación e inapetencia. La enteritis hemorrágica es frecuente.
Laexpresión clínica inicial puede incluir hipertermia leve y síntomas generales. Las distintas fases de la enfermedad incluyen unainflamación catarral y un periodo de localización dominante, con una diversidad de síntomas en función de los órganos afectados, lo que puede conducir a formas graves y clásicas de la enfermedad. El pronóstico varía, pudiendo ser la muerte, la recuperación o la recuperación con secuelas.
¿Cuáles son los síntomas?
Los síntomas del moquillo varían mucho en función de la especie y de la respuesta inmunitaria del animal, e incluyen:
- Pasividad y deambulación sin rumbo;
- Trastornos nerviosos como parálisis parcial, mala coordinación, salivación excesiva, convulsiones y masticación convulsiva;
- Cambios de comportamiento, como pérdida de miedo a los humanos o agresividad atípica en animales salvajes;
- Conjuntivitis, secreción nasal y problemas respiratorios;
- Problemas cutáneos como pústulas e hiperqueratosis;
- Trastornos digestivos como vómitos y diarrea sanguinolenta, a menudo relacionados con una rápida deshidratación;
- Lesiones dentales y testiculares.
Entre el 25% y el 75% de los perros infectados pueden no mostrar ningún signo, mientras que otros muestran uno o más de los síntomas enumerados. Los primeros signos suelen incluir secreciones oculares y nasales. La mitad de los perros, especialmente los que presentan síntomas nerviosos, pueden morir, en parte porque el virus debilita el sistema inmunitario.
El periodo de incubación varía de 3 a 10 días, seguido de una fiebre bifásica y la aparición de síntomas característicos y sobreinfecciones. Pueden aparecer síntomas neurológicos si la enfermedad se prolonga, con posibles secuelas en los supervivientes.
El diagnóstico del moquillo en un perro joven se basa en un historial de vacunación incompleto y la presencia de síntomas característicos. A menudo se requieren pruebas adicionales, como la PCR, para confirmar el diagnóstico debido a la variabilidad de los síntomas. La enfermedad se transmite principalmente a través de las vías respiratorias y el contacto directo con secreciones infectadas. En las fases avanzadas, el virus alcanza el sistema nervioso central, causando una variedad de síntomas según el órgano afectado.
La respuesta inmunitaria del animal es crucial para la recuperación. Si la respuesta inmunitaria es débil o tardía, la enfermedad puede propagarse y ser mortal, sobre todo en cachorros.
Epidemiología
Recientemente se ha identificado la distribución mundial y europea del moquillo en la fauna salvaje, con casos notificados en España, Italia (2006), Alemania (2008), Suiza (2009), Bélgica y Francia (2019). La tipificación genética de las cepas por el ONCFS/Réseau SAGR revela una similitud entre las cepas europeas, en particular las de Italia y Suiza.
Existe una vacuna para perros domésticos y hurones, pero su uso en la fauna salvaje sigue siendo limitado, a excepción de programas de conservación como el destinado a proteger al hurón de patas negras en Norteamérica.
La epidemia de 1994 en el Serengeti diezmó un tercio de la población de leones, subrayando la gravedad de la enfermedad. La transmisión se produce principalmente por contacto directo y exposición de las mucosas a las partículas víricas. Una vez en el cuerpo, el virus ataca los órganos respiratorios, digestivos y nerviosos en ausencia de inmunidad, con un alto riesgo de mortalidad.
Los estudios realizados en mapaches de Ontario han revelado cepas víricas salvajes distintas de las cepas vacunales, lo que subraya la importancia de laecoepidemiología de esta enfermedad. La infección no se considera una zoonosis, y no se ha establecido ningún vínculo con enfermedades humanas como la esclerosis múltiple.
El CDV es ubicuo y específico de los cánidos, afectando a una amplia gama de carnívoros. Los perros, como principales reservorios, desempeñan un papel crucial en la transmisión de la enfermedad, que también se da en muchos otros carnívoros, incluidos mustélidos y úrsidos. El moquillo canino es más arriesgado en perros no vacunados de entre tres y seis meses de edad, aunque también puede afectar a animales mayores con inmunidad debilitada. La vacunación sigue siendo crucial para prevenir la propagación de este virus, sobre todo en las comunidades de animales.
¿Cómo puede tratarse esta enfermedad mortal?
No existe un tratamiento específico eficaz para el moquillo; la gestión se centra en los cuidados de apoyo. La vacunación sigue siendo la forma más eficaz de protección. Los animales no vacunados pueden sucumbir a la infección o sufrir secuelas permanentes. El tratamiento incluye antibióticos para combatir las sobreinfecciones e infusiones para contrarrestar la deshidratación causada por los vómitos y la diarrea.
Si se diagnostica moquillo, el tratamiento farmacológico tiene como objetivo aliviar el sufrimiento del animal y reducir el riesgo de nuevas infecciones. Puede ser necesariala hospitalización para tratar la deshidratación. Los supervivientes pueden sufrir secuelas físicas y neurológicas.
El pronóstico es especialmente malo para los perros que presentan signos nerviosos, que representan alrededor del 50% de los casos. Los perros afectados requieren aislamiento y hospitalización, a menudo por goteo, para administrarles antibióticos de amplio espectro, antiinflamatorios, antivirales, antivomitivos, antidiarreicos y analgésicos.
Los gastos médicos pueden ser considerables, por eso es tan importante contratar un seguro médico para mascotas. Incluso con el tratamiento adecuado, la recuperación no está garantizada y es posible que queden secuelas irreversibles. La prevención mediante vacunación es esencial para evitar esta enfermedad. En caso de síntomas, es crucial la consulta veterinaria inmediata, ya que la enfermedad puede ser mortal en el 50% de los casos.
¿Cómo puede ayudar a su mascota de forma natural después de semejante calvario?
Tras el tratamiento intensivo y la hospitalización, su perro se beneficiará de cuidados nutricionales específicos para acelerar la curación y reforzar su sistema inmunitario. Los probióticos, complementos alimenticios ricos en microorganismos vivos, ayudan a reequilibrar la flora intestinal alterada por el tratamiento antibiótico. Aunque ciertos alimentos fermentados ofrecen una fuente natural de probióticos, su concentración sigue siendo baja en comparación con los complementos alimenticios específicos, resistentes alácido gástrico y ricos en diversas cepas bacterianas.
Las vitaminas desempeñan un papel clave en la recuperación del perro, y cada tipo tiene funciones específicas:
- Vitamina A: esencial para la visión, la reproducción y la salud de la piel.
- Vitamina B: contribuye al metabolismo energético y al sistema nervioso.
- Vitamina C: mejora la absorción del hierro, las defensas inmunitarias y combate el envejecimiento.
- Vitamina D: crucial para la absorción de calcio y fósforo, fortaleciendo los huesos.
- Vitamina E: antioxidante que protege las células y favorece la salud muscular.
- Vitamina K: importante para la coagulación de la sangre y la salud ósea.
Minerales y ácidos grasos esenciales como el manganeso, el omega-3 y el zinc también contribuyen a la salud general del perro, en particular para las funciones de la piel, el pelo, el corazón y los riñones. La adición de probióticos ayuda a restablecer el equilibrio de la flora intestinal, esencial para una buena digestión.
Los extractos de plantas comola equinácea purpúrea, el astrágalo y la rosa mosqueta pueden estimular el sistema inmunitario. También puedes darle a tu perro macerado de glicerina de brotes de zarza para ayudar a oxigenar los tejidos y acelerar la recuperación. Para controlar el estrés post-hospitalario, se recomiendan las flores de Bach por su efecto calmante sin interferir con otros tratamientos o suplementos.
La vacunación, la mejor forma de prevención
El moquillo canino, un virus muy contagioso, sigue siendo una gran amenaza para los perros no vacunados, a pesar de la existencia de una vacuna eficaz que genera una respuesta inmunitaria adecuada. La vacunación, imprescindible desde las primeras semanas de vida del cachorro, ha reducido notablemente el número de casos. No obstante, sigue habiendo focos de infección, sobre todo en las grandes aglomeraciones urbanas con grandes poblaciones de perros no vacunados.
Los cachorros se benefician inicialmente delos anticuerpos maternos, que les protegen temporalmente. La vacunación debe realizarse en cuanto desaparece esta protección, normalmente a las 9 semanas, con un refuerzo anual o trienal para mantener la inmunidad.
Al no existir un tratamiento específico para eliminar el virus, el manejo se centra en el apoyo médico y la prevención de sobreinfecciones, con infusiones, antibióticos de amplio espectro, antiinflamatorios y otros fármacos sintomáticos. A pesar de ello, los perros pueden sufrir secuelas irreversibles.
El pronóstico es especialmente precario para los animales que presentan síntomas neurológicos. Para los cachorros de riesgo, es aconsejable limitar el contacto con otros perros y evitar las zonas de alto riesgo hasta que se haya completado el protocolo de vacunación.
El coste relativamente modesto de la vacuna está plenamente justificado a la vista de los riesgos y gastos potenciales asociados a la enfermedad. La vacunación es la defensa más fiable contra el moquillo, cuya ausencia expone al animal a un desenlace potencialmente mortal.
En caso de contacto con animales salvajes o domésticos potencialmente infectados, es esencial adoptar medidas rigurosas de prevención e higiene. El virus puede neutralizarse con desinfectantes comunes, como una solución diluida de lejía, lo que minimiza el riesgo de transmisión.