Displasia canina: mejorar la calidad de vida de su perro

La displasia canina es una enfermedad frecuente que afecta a muchas razas, sobre todo a las grandes. Esta enfermedad articular puede afectar a la cadera, el codo y otras articulaciones, provocando dolor crónico y movilidad reducida. Aunque se trata en gran medida de una afección genética, diversos factores ambientales también pueden influir en su desarrollo.

¿Cuáles son las causas?

La displasia es una anomalía en el desarrollo de los tejidos, principalmente de las articulaciones, que provoca una alineación incorrecta de los huesos y una mala congruencia articular. En los perros, esta afección se observa con mayor frecuencia en las caderas (displasia coxofemoral) y los codos, aunque puede afectar a otras articulaciones. La displasia es el resultado de una combinación de factores genéticos, ambientales y nutricionales, que conducen a la degradación prematura del cartílago articular.

Los factores genéticos desempeñan un papel clave, sobre todo en la displasia de cadera. Algunas razas, como el pastor alemán, el labrador retriever y el rottweiler, están especialmente predispuestas a padecerla debido a su linaje genético. Los criadores responsables intentan reducir la prevalencia de la displasia de cadera seleccionando perros libres de esta enfermedad para la cría.

Sin embargo, los factores ambientales también pueden contribuir al desarrollo de la displasia. El rápido crecimiento durante la juventud puede desequilibrar el desarrollo óseo y muscular, aumentando el riesgo de displasia. El exceso de peso es otro factor agravante, ya que ejerce una presión adicional sobre las articulaciones, acelerando eldesgaste del cartílago y empeorando los síntomas. Además, una alimentación inadecuada o desequilibrada durante la fase de crecimiento puede alterar el desarrollo articular, aumentando el riesgo de displasia.

El ejercicio inadecuado también es un factor a tener en cuenta. El ejercicio excesivo, especialmente sobre superficies duras, puede ejercer una presión excesiva sobre las articulaciones en desarrollo, contribuyendo a la progresión de la displasia. Por último, ciertos desequilibrios hormonales o anomalías en la estructura corporal también pueden desempeñar un papel en el desarrollo de esta enfermedad.

¿Cuáles son los síntomas de la displasia en perros?

La displasia se manifiesta de diferentes maneras, dependiendo de la articulación afectada y de la gravedad de la afección. En los perros, los síntomas pueden variar, pero los signos más comunes incluyen cojera intermitente o persistente, a menudo después del ejercicio o de una actividad extenuante. Esta cojera puede afectar a una o más patas y acentuarse con el tiempo.

Los perros con displasia suelen mostrar rigidez articular, que es especialmente notable tras un periodo prolongado de reposo. Esta rigidez puede dificultar ponerse de pie, subir escaleras o subirse a un coche. La reducción de la actividad física también es frecuente en los perros con displasia, ya que el dolor y las molestias les hacen evitar ciertas actividades que requieren gran movilidad.

Otra consecuencia de la displasia esla atrofia muscular. Cuando un perro evita utilizar una articulación dolorosa, los músculos circundantes pueden debilitarse, empeorando los síntomas. A largo plazo, la displasia puede provocar una artrosis secundaria, una enfermedad en la que apareceuna inflamación crónica de la articulación que causa aún más dolor y rigidez.

Los cambios en la forma de andar del perro también son un indicador de displasia. Algunos perros pueden adoptar posturas anómalas para minimizar el dolor, lo que puede observarse al caminar o al estar de pie. Por último, una reacción a la manipulación de las articulaciones afectadas, como un dolor visible a la palpación, es un signo que no debe pasarse por alto.

Estos síntomas no siempre indican específicamente una displasia y pueden confundirse fácilmente con otras afecciones articulares. Por lo tanto, la detección precoz y el diagnóstico preciso son cruciales para garantizar un tratamiento adecuado.

¿Cómo se realiza el diagnóstico?

El diagnóstico de la displasia en perros es un paso crucial para establecer un plan de tratamiento eficaz. El proceso suele comenzar con un examen clínico detallado. El veterinario elaborará el historial médico del perro y observará cualquier síntoma comunicado por el propietario, como cojera, rigidez o reticencia al ejercicio.

A continuación se lleva a cabo un examen físico completo para evaluar la movilidad del perro, buscar signos de dolor a la palpación de las articulaciones y observar la marcha. Sin embargo, para confirmar el diagnóstico, las radiografías son esenciales. Estas imágenes ayudan a identificar anomalías en la estructura de las articulaciones, como deformidades óseas o signos de degeneración. Los veterinarios suelen realizar las radiografías bajo anestesia para asegurarse de que el perro está en la mejor posición posible y obtener imágenes de alta calidad.

En algunos casos, utilizan pruebasde imagen avanzadas, como tomografías computarizadas oresonancias magnéticas, para captar imágenes más detalladas, sobre todo cuando las radiografías no son concluyentes o se sospecha la existencia de otras afecciones. Estas técnicas permiten visualizar los tejidos blandos que rodean las articulaciones y detectar anomalías sutiles.

En el caso de determinadas razas predispuestas, puede realizarse una evaluación genética para identificar marcadores asociados a la displasia. Estas pruebas son especialmente útiles para los criadores que deseen reducir la prevalencia de la enfermedad en sus líneas.

¿Qué tratamientos existen?

Una vez diagnosticada la displasia, existen varias opciones de tratamiento para mejorar la calidad de vida del perro. Estos tratamientos pueden ser quirúrgicos, medicinales o conservadores, dependiendo de la edad del perro, la gravedad de la displasia y la respuesta del perro a los tratamientos iniciales.

La cirugía suele recomendarse en casos graves o cuando la displasia se diagnostica precozmente en cachorros. Uno de los procedimientos más comunes es la sinfisiodesis, que se realiza en cachorros de entre 12 y 20 semanas de edad. Este procedimiento consiste en fusionar la sínfisis púbica para estabilizar la articulación de la cadera. Para los perros de más edad, pueden considerarse procedimientos como la triple osteotomía de la pelvis (TOB) o la artroplastia total de cadera. La TOB consiste en reorientar la articulación de la cadera para distribuir la presión de forma más uniforme, mientras que la artroplastia de cadera sustituye la articulación defectuosa por una prótesis artificial.

A los perros con displasia menos avanzada, o como complemento de la cirugía, los veterinarios les recetan medicación para controlar el dolor y lainflamación. Los antiinflamatorios no esteroideos (AINE) suelen reducir la inflamación, mientras que los analgésicos alivian el dolor. Los anticuerpos monoclonales, una opción más reciente, pueden dirigirse a proteínas inflamatorias específicas y ofrecer un alivio más duradero sin efectos secundarios significativos.

¿Cuáles son las alternativas naturales?

Además de los tratamientos tradicionales, existen muchas alternativas naturales que pueden ayudar a controlar la displasia en perros. Una dieta equilibrada es el primer paso. Opte por alimentos ricos en proteínas de alta calidad, omega-3 y antioxidantes para favorecer las articulaciones y reducir la inflamación. El control del peso es crucial para minimizar la presión sobre las articulaciones, especialmente en perros predispuestos a la displasia.

Los suplementos dietéticos también desempeñan un papel importante. La glucosamina y la condroitina son suplementos populares para fortalecer el cartílago y mejorar la movilidad. Los ácidos grasos omega-3 y la vitamina E pueden reducir la inflamación y favorecer la salud articular. Hierbas como la cúrcuma yel harpagofito son conocidas por sus propiedades antiinflamatorias y pueden añadirse a la dieta del perro para aliviar el dolor articular.

La gemoterapia, que utiliza extractos de yemas como la cola de caballo o la zarza, es otra alternativa natural que puede favorecer la salud articular y aliviar la inflamación. Estos enfoques naturales, combinados con un control adecuado del peso y ejercicio, pueden mejorar enormemente la calidad de vida de los perros con displasia.

Por último, elejercicio moderado, como la natación o los paseos controlados, puede ayudar a fortalecer los músculos circundantes y mejorar la movilidad sin estresar las articulaciones. Las terapias alternativas comola acupuntura, lahidroterapia y laosteopatía también pueden ofrecer un alivio significativo, mejorando el bienestar general del perro y reduciendo el dolor.

¿Qué se puede hacer para prevenirlo?

Prevenir la displasia canina es todo un reto, sobre todo por el componente genético de la enfermedad. Sin embargo, hay una serie de medidas que los propietarios y criadores pueden tomar para reducir los riesgos.

Uno de los métodos más eficaces es una cuidadosa selección de los reproductores. Elegir perros que hayan sido sometidos a pruebas de displasia y cuyos resultados sean favorables puede reducir la transmisión de la enfermedad a la descendencia. Pruebas como las radiografías de displasia de cadera y codo son esenciales en este proceso.

El uso de pruebas genéticas para identificar marcadores asociados a la displasia es también una medida preventiva útil. Esto permite a los criadores tomar decisiones informadas a la hora de criar, reduciendo así la prevalencia de la enfermedad.

Una dieta rica en antioxidantes, omega-3 y glucosamina puede ayudar a mantener la salud de las articulaciones y prevenir el desarrollo de displasia. El control del peso también es crucial, ya que el exceso de peso aumenta la presión sobre las articulaciones, exacerbando los síntomas en perros predispuestos.

Es importanteevitar el ejercicio de alto impacto, sobre todo en cachorros y perros jóvenes en crecimiento. Hay que favorecer las actividades moderadas que fortalezcan los músculos sin ejercer una presión excesiva sobre las articulaciones. Proporcionar un entorno adecuado, con superficies de descanso cómodas y fácil acceso a zonas al aire libre, también puede reducir el riesgo de lesiones articulares.

Por último, en el caso de los perros de riesgo, los veterinarios realizan radiografías de cribado a partir de los 12-18 meses, para detectar cualquier anomalía e intervenir precozmente si es necesario. Los especialistas también consideran la cirugía preventiva, como la sinfisiodesis, para reducir el riesgo de displasia en cachorros predispuestos.

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