La parvovirosis canina es una enfermedad vírica grave y potencialmente mortal causada por el parvovirus canino de tipo 2 (CPV-2). Esta enfermedad altamente contagiosa, que afecta principalmente a cachorros y perros jóvenes, se manifiesta como una gastroenteritis grave. Provoca vómitos, diarrea hemorrágica y deshidratación rápida. El diagnóstico precoz y el tratamiento intensivo son esenciales para aumentar las posibilidades de supervivencia de los animales infectados. Este artículo explora los aspectos clave de la parvovirosis, incluidos sus síntomas, métodos de diagnóstico y opciones de tratamiento disponibles.
¿Qué virus causa la parvovirosis?
La parvovirosis canina es una enfermedad infecciosa reciente de los perros causada por el parvovirus canino de tipo 2(CPV-2). Este virus se transmite por contacto directo o excrementos. También existe un parvovirus can ino de tipo 1 (CPV), responsable de abortos y mortalidad neonatal en cachorros menores de dos meses. Los parvovirus can inos son muy resistentes en el medio ambiente, lo que dificulta su erradicación. Los perros vacunados y curados pueden seguir siendo portadores sin síntomas.
Los parvovirus caninos son virus de ADN monocatenarios, sin envoltura, con simetría icosaédrica y un genoma de unos 5.000 nucleótidos. El CPV-2 causa una gastroenteritis a menudo mortal, sobre todo en perros jóvenes o viejos. Desde su aislamiento a finales de la década de 1970, se han identificado tres variantes: CPV-2, CPV-2a y CPV-2b, y más recientemente, CPV-2c. La parvovirosis canina se manifiesta de dos formas: intestinal y cardíaca.
La forma intestinal provoca la necrosis de las criptas intestinales, facilitando la infección bacteriana y pudiendo provocar septicemia. La forma cardíaca, más rara, afecta a los cachorros infectados en el útero o poco después del nacimiento, causando necrosis cardíaca. La infección generalizada, aunque rara, también puede darse en cachorros recién nacidos, afectando a varios órganos y provocando hemorragias.
Losperros y cachorrosno vacunados corren mayor riesgo. Pueden contraer la enfermedad al entrar en contacto nasal u oral con perros enfermos o sus excrementos. La ropa, las suelas de los zapatos y la piel de los animales pueden transmitir el parvovirus y causar nuevas infecciones.
¿Cuáles son los síntomas?
Los perros afectados presentan los primeros síntomas entre 3 y 7 días después de la infección: letargo, seguido de diarrea (a menudo sanguinolenta), vómitos y fiebre. Estos síntomas conducen a la deshidratación y pueden producirse sobreinfecciones. Los daños en la pared intestinal permiten que la sangre y las proteínas pasen a los intestinos, provocando anemia, mientras que las endotoxinas pasan a la sangre, provocando endotoxemia. Los niveles de glóbulos blancos descienden, debilitando aún más al animal y pudiendo provocar un shock circulatorio y la muerte.
En las últimas fases, los perros desprenden un olor característico. La forma intestinal de la parvovirosis puede confundirse con otras infecciones, como coronavirus u otras enteritis, pero suele ser más grave. La presencia de diarrea sanguinolenta, un recuento bajo de glóbulos blancos y la necrosis de la pared intestinal son indicios claros de parvovirosis, especialmente en perros no vacunados. La forma cardíaca es más fácil de diagnosticar por sus síntomas característicos.
Los signos clínicos de la parvovirosis varían, pero con frecuencia incluyen:
- Vómitos: repetidos, a veces con espuma o sangre.
- Diarrea: intensa, acuosa, a menudo sanguinolenta.
- Pérdida de apetito: rechazo a comer.
- Letargo: debilidad, fatiga, falta de energía.
- Fiebre: aumento de la temperatura corporal.
- Deshidratación: piel seca, pérdida de elasticidad, encías secas.
Si sospecha que presenta síntomas de parvovirosis, consulte inmediatamente a un veterinario. Esta gastroenteritis grave requiere cuidados intensivos urgentes y, a menudo, hospitalización durante varios días.
Si no se trata, la tasa de mortalidad se acerca al 91%. Con un tratamiento agresivo, la tasa de supervivencia puede llegar al 80-95%, lo que supone una tasa de mortalidad del 5-20%. Para los perros pequeños y los cachorros jóvenes de la mayoría de las razas (chihuahuas, pomeranias, rottweilers), la tasa de supervivencia es mucho más baja, entre el 20 y el 50%
¿Cómo se diagnostica la enfermedad?
El parvovirus canino se diagnostica observando el virus en los excrementos . Existen varios métodos, como ELISA (ensayo inmunoenzimático ) o hemaglutinación y microscopía electrónica. La PCR (reacción en cadena de la polimerasa), disponible para el CPV2, se utiliza en una fase posterior, cuando la cantidad de virus en los excrementos es demasiado baja para que el ELISA pueda detectarla.
Un veterinario realiza el diagnóstico tras un examen clínico completo. Se realiza una prueba de detección del parvovirus utilizando una muestra de heces. El resultado se obtiene en diez minutos. También se realizan análisis de sangre para evaluar los niveles de glóbulos blancos y rojos.
Los cachorros de entre 6 y 12 semanas son los más susceptibles al parvovirus y los que mueren con más frecuencia. Al nacer, el cachorro no tiene defensas inmunitarias. Adquiere sus primeras defensas bebiendo el calostro de su madre, que es rico en anticuerpos maternos. La cantidad de anticuerpos transferidos depende de la calidad y la cantidad de calostro ingerido, así como de la permeabilidad intestinal de cada cachorro. Estos anticuerpos disminuyen con el tiempo, dejando al cachorro sin protección inmunitaria pasiva antes de que se desarrolle su propia inmunidad activa.
Los anticuerpos maternos interfieren con las vacunas, lo que justifica varias inyecciones de vacunas en el cachorro. La vacunación primaria permite que se desarrolle una protección inmunitaria eficaz.
¿Cuál es el tratamiento?
La tasa de supervivencia del parvovirus canino depende de la rapidez con que se diagnostique la enfermedad, la edad del perro y la eficacia del tratamiento. El tratamiento suele requerir hospitalización completa para tratar la deshidratación grave y los daños intestinales y en la médula ósea. Debe realizarse una prueba en cuanto se sospeche la existencia de parvovirosis para iniciar rápidamente el tratamiento y mejorar las posibilidades de supervivencia.
El tratamiento ideal incluye la administración intravenosa de cristaloides o coloides, e inyecciones de antieméticos y antibióticos de amplio espectro. Se utilizan analgésicos para aliviar las molestias intestinales.
Cada vez que el cachorro vomita o tiene diarrea, se le administra por vía intravenosa una cantidad equivalente de líquido. A veces, se transfunde plasma sanguíneo de un perro que ha sobrevivido a la enfermedad para proporcionar inmunidad pas iva al perro enfermo.
Una vez que el perro deja de perder líquidos, éstos se suspenden gradualmente. A continuación, puede reintroducirse gradualmente una dieta muy ligera. Se administran antibióticos orales en función del recuento de glóbulos blancos y de la capacidad del perro para combatir infecciones oportunistas.
Los tratamientos experimentales han dado resultados prometedores. El tratamiento estándar sigue siendo la fluidoterapia intravenosa. El parvovirus no puede eliminarse del organismo del perro. Por tanto, el tratamiento se centra en controlar los síntomas, prevenir la deshidratación y reforzar el debilitado sistema inmunitario del perro.
¿Cómo puede prevenirse el contagio?
La prevención es esencial para proteger a los perros contra la parvovirosis, una enfermedad extremadamente virulenta y contagiosa. La vacunación debe comenzar a las 5 ó 6 semanas de edad, con dosis de refuerzo periódicas hasta las 14 ó 22 semanas. Las hembras preñadas también deben vacunarse lo antes posible para que transmitan sus anticuerpos a los cachorros.
El virus es muy resistente y sobrevive más de un año en los excrementos o la tierra.La lejía es el único desinfectante común eficaz contra él. Los cachorros suelen ser vacunados en series de dosis, tan pronto como la inmunidad materna empieza a disminuir. Los cachorros mayores reciben tres vacunas con un intervalo de 3 a 4 semanas.
Un perro que ha sobrevivido a la parvovirosis suele seguir siendo contagioso durante tres semanas, o incluso seis. El riesgo de infección está relacionado principalmente con la contaminación del entorno por excrementos. Los propietarios de perros cercanos deben vacunar a sus mascotas o comprobar que son suficientemente inmunes. La vacuna sólo es plenamente eficaz dos semanas después de su administración, por lo que los perros contagiosos deben ser puestos en cuarentena.
Es importante seguir el calendario de vacunación recomendado por el veterinario. Se recomiendan refuerzos anuales para mantener la inmunidad. El parvovirus es una amenaza grave, sobre todo para los cachorros. Por eso recomendamos encarecidamente vacunar a los perros desde una edad temprana.