Psiquiatría veterinaria: TEPT en perros

El trastorno de estrés postraumático (TEPT) es una patología bien documentada en humanos, pero su estudio en el ámbito veterinario, sobre todo en perros, es aún incipiente. En un momento en el que los perros ocupan un lugar destacado en muchas sociedades, no sólo como animales de compañía sino también como compañeros de trabajo en diversos contextos (ejército, policía, asistencia), la necesidad de comprender y tratar los trastornos psicológicos a los que pueden estar sometidos es cada vez más relevante. La exposición a acontecimientos traumáticos, situaciones de estrés intenso o entornos disfuncionales puede hacer que los perros muestren signos de sufrimiento psicológico similares a los síntomas observados en el TEPT humano. Sin embargo, el reconocimiento, el diagnóstico y la gestión de estos síntomas representan grandes retos debido a las particularidades conductuales y biológicas de la especie canina.

¿Qué es el TEPT?

El trastorno de estrés postraumático (TEPT) en perros se manifiesta, como en los humanos, tras una experiencia traumática. La etóloga veterinaria Nancy A. Dreschel (2010) arrojó luz sobre este síndrome al estudiar el miedo y el estrés en perros, demostrando su impacto en la salud general del animal. El TEPT canino suele darse en perros de trabajo, como militares o policías, expuestos a acontecimientos estresantes y potencialmente peligrosos. Estos perros muestran síntomas clínicos como una reacción exacerbada a los ruidos, cambios repentinos de comportamiento,agresividad o evitación. También pueden sufrir trastornos del sueño y signos similares a los observados en pacientes humanos con TEPT.

La investigación sobre el TEPT canino, aunque limitada, revela comportamientos relacionados con traumas significativos. Yamamoto (2003) describió un “síndrome similar al TEPT ” en perros que habían sobrevivido a un terremoto en Japón, observando temblores, aullidos y anorexia grave. Otros estudios, en particular tras el accidente de Fukushima, muestran que estos perros traumatizados presentan niveles elevados de cortisol urinario, lo que indica un estrés prolongado.

Según Overall (2013), el TEPT en perros se define como una respuesta conductual intensa ante un estímulo insoportable o una situación inevitable, que conduce a una activación excesiva del sistema nervioso. Esta respuesta da lugar a una reacción de huida o ansiedad, lo que altera gravemente la calidad de vida del perro.

El TEPT puede ser agudo, con síntomas que aparecen poco después del trauma y desaparecen a los pocos meses, crónico, cuando los síntomas persisten durante más de tres meses, o de aparición tardía, cuando aparecen más de seis meses después del suceso.

¿Cuáles son los síntomas en los perros?

El trastorno de estrés postraumático (TEPT) en perros se caracteriza por una serie de síntomas físicos y de comportamiento, a menudo asociados a una experiencia traumática. Los signos somáticos incluyen salivación excesiva, temblores, pérdida de peso, episodios de diarrea crónica o intermitente y pelaje apagado. Estas manifestaciones físicas suelen ir acompañadas de signos de comportamiento que reflejan el estado de angustia del animal.

Desde el punto de vista del comportamiento, un perro con TEPT puede adoptar una postura fija, a veces acompañada de temblores, o mostrar una hiperestimulación, incapaz de calmarse. Es frecuente que se lama los labios, se muestre hipervigilante y sea incapaz de establecer contacto visual, lo que refleja un miedo constante. Algunos perros se niegan a comer o a realizar actividades que antes disfrutaban, lo que puede afectar a su capacidad para trabajar como perros de servicio.

Otros signos son la tendencia a esconderse, el retraimiento social y la pérdida de entusiasmo por la vida. También pueden aparecer comportamientos angustiosos, como destructividad, automutilación o vocalizaciones excesivas. La exposición repetida a estímulos que recuerdan el trauma puede agravar estos síntomas, generando una respuesta persistente de evitación o miedo. La evaluación de estos síntomas sigue siendo compleja, ya que se basa en la observación del comportamiento en ausencia de un informe verbal. Estos signos reflejan el sufrimiento emocional del perro, cuya calidad de vida se ve gravemente alterada.

¿Cuáles son las causas y los factores de riesgo?

El trastorno de estrés postraumático (TEPT) en perros es el resultado de una exposición prolongada a un estrés intenso o a un trauma grave. Varios factores de riesgo aumentan la vulnerabilidad de ciertos perros al TEPT. Los perros maltratados, por ejemplo, suelen sufrir lesiones, castigos físicos o duras condiciones de vida que les provocan un profundo malestar emocional. Estas experiencias de maltrato pueden incluir abusos físicos, confinamiento o abandono, lo que coloca a estos animales en situaciones de peligro psicológico extremo.

Los perros que han sufrido traumas importantes también corren peligro, ya sea por catástrofes naturales (como terremotos o incendios), accidentes graves o interacciones agresivas con otros animales. En particular, los perros militares y los utilizados en situaciones de alto riesgo (retirada de minas, intervenciones de seguridad) sufren experiencias traumáticas únicas. Expuestos a combates, explosiones o disparos, estos perros se enfrentan a acontecimientos que no pueden controlar ni prever, lo que conduce al desarrollo de TEPT.

Los investigadores también sospechan que algunos perros tienen una predisposición genética al TEPT, lo que podría explicar por qué algunos son más sensibles al estrés que otros. Esta sensibilidad genética, especialmente importante en el caso de los perros de trabajo, podría influir en la selección de los reproductores para limitar el riesgo de transmisión de esta vulnerabilidad.

Así pues, la combinación de un entorno estresante, una predisposición genética y experiencias traumáticas puede hacer que algunos perros sean más propensos a desarrollar un síndrome postraumático, con efectos duraderos en su calidad de vida y bienestar emocional.

¿Qué tratamientos existen para el trastorno de estrés postraumático?

El diagnóstico del trastorno de estrés post raumático (TEPT) en perros comienza con una evaluación cuidadosa de los síntomas del perro y de su historial traumático. El veterinario debe descartar primero cualquier causa física mediante un examen exhaustivo y análisis de sangre, para detectar cualquier infección o dolor crónico que pueda estar induciendo un estrés similar. Una vez descartadas las causas físicas, el veterinario examina los acontecimientos traumáticos recientes y el contexto de la vida del animal para identificar posibles desencadenantes del TEPT.

Las opciones de tratamiento incluyen terapias farmacológicas, terapias conductuales y enfoques naturales como la fitoterapia. Los ansiolíticos (como el alprazolam o el clorazepato) pueden calmar los ataques de pánico inmediatos, mientras que los antidepresivos ISRS, como la fluoxetina, son eficaces para el tratamiento a largo plazo, ya que reducen el comportamiento de miedo excesivo. Sin embargo, estos fármacos requieren un control veterinario riguroso para evitar efectos secundarios.

Las terapias conductuales también desempeñan un papel crucial, en particular el contracondicionamiento y la desensibilización. Estas técnicas exponen gradualmente al perro a estímulos asociados al trauma de forma segura, con el fin de modificar su respuesta emocional. La relajación guiada y los ejercicios de refuerzo positivo también ayudan al perro a recuperar la sensación de control en su vida diaria.

Por último, la fitoterapia ofrece soluciones naturales para reducir la ansiedad. Plantas como la manzanilla, la valeriana y la pasiflora actúan eficazmente para calmar a los perros sin causar adicción. Disponibles en forma de aerosoles, golosinas o aceites, estos remedios naturales complementan las terapias conductuales y proporcionan un alivio duradero.

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