El síndrome de inmunodeficiencia felina (VIF), comúnmente conocido como SIDA felino, es una enfermedad vírica grave que afecta a los felinos domésticos. Transmitido principalmente por mordeduras y relaciones sexuales, el VIF debilita el sistema inmunitario de los gatos. Esto les hace vulnerables a infecciones oportunistas. En este artículo, exploramos en detalle el agente infeccioso, los síntomas, los métodos de diagnóstico, los tratamientos disponibles y los medios de prevención.
¿Cuál es el agente infeccioso responsable?
El virus de la inmunodeficiencia felina (VIF) es un retrovirus perteneciente a la subfamilia de los lentivirus, similar al VIH en los humanos. Descubierto en California en 1986, el VIF se encuentra en todos los continentes y afecta a alrededor del 11% de los gatos domésticos de todo el mundo. Este porcentaje está probablemente subestimado, e incluye entre un 10 y un 15% de gatos portadores del VIF que no son seronegativos. Los machos se ven afectados con más frecuencia que las hembras debido a su tendencia a pelearse, lo que favorece la transmisión por mordedura.
El virus del VIF ataca a células inmunitarias como los linfocitos T, los macrófagos y las células microgliales. Se transmite principalmente por mordeduras y relaciones sexuales, pero también de madre a crías. El virus sobrevive sólo unas horas en el medio ambiente, lo que limita su propagación indirecta. El VIF se ha detectado en otros felinos, como el lince y el puma, pero la transmisión entre especies es rara.
La identificación del VIF ha revelado cuatro subtipos (A, B, C y D), y la mayoría de los virus aislados pertenecen a los subtipos A y B. Estos subtipos pueden a veces recombinarse entre sí. En ocasiones, estos subtipos pueden recombinarse, lo que complica el diagnóstico y el tratamiento. En Europa, el VIF se notificó en linces en Suiza por primera vez en 2016. Fundamentalmente, el VIF no es transmisible a los seres humanos ni a otras especies animales.
¿Cuáles son los síntomas del VIF?
El VIF se manifiesta en tres fases distintas en los gatos. La fase aguda se produce entre uno y tres meses después de la infección, con síntomas como fiebre, fatiga,enteritis, estomatitis, dermatitis, conjuntivitis, afecciones respiratorias e inflamación de los ganglios linfáticos. Estos síntomas pueden ser discretos, y la fase aguda suele pasar desapercibida para los propietarios.
Le sigue la fase asintomática, en la que el gato no muestra signos clínicos aparentes. Este periodo puede durar desde unos meses hasta varios años, dependiendo de la edad de la infección, el subtipo de VIF y la exposición a otros patógenos. Algunos gatos pueden permanecer asintomáticos hasta que mueren.
En la fase sintomática, la fase final, aparecen infecciones oportunistas, neoplasias, depresión de la médula ósea y trastornos neurológicos. Los gatos seropositivos al VIF son más susceptibles a las infecciones, que pueden durar más tiempo y ser más graves. Tienen cinco veces más probabilidades de desarrollar linfoma o leucemia. Entre las patologías más comunes se encuentran los síntomas generales (fiebre, emaciación, aumento del tamaño de los ganglios linfáticos), las infecciones orales (gingivitis, estomatitis), la diarrea crónica, las infecciones oculares (conjuntivitis) o respiratorias, los abscesos cutáneos recurrentes y los trastornos nerviosos (encefalitis, convulsiones).
¿Cómo se diagnostica la enfermedad?
El diagnóstico del VIF se basa en análisis de sangre específicos para detectar anticuerpos o ARN viral. Se suelen utilizar pruebas rápidas, pruebas ELISA y técnicas de PCR. En la práctica, los veterinarios suelen utilizar una prueba rápida basada en una muestra de sangre para detectar anticuerpos anti-GP40, con resultados disponibles en 10 a 15 minutos. También es posible realizar una prueba de saliva.
Los veterinarios sugieren realizar pruebas de detección en las primeras visitas de vacunación de un gatito para descartar cualquier transmisión por parte de la madre. Recomiendan hacer la prueba a los gatos cuando se adquieren por primera vez y regularmente a los que están en riesgo. Si la prueba es positiva, hacen la prueba a todos los gatos de la casa. Recomiendan realizar una segunda prueba para confirmar un resultado inicial negativo.
Las pruebas PCR amplifican y detectan el ADN proviral integrado, proporcionando la confirmación de la infección. La sensibilidad y especificidad de estas pruebas varían, y a menudo requieren pruebas de confirmación. Las pruebas ELISA son rápidas y baratas, y detectan proteínas víricas como la p24 de la cápside. Las pruebas de Western blot einmunofluorescencia se utilizan para confirmar los resultados positivos.
¿Qué tratamientos existen?
El VIF no tiene cura. El objetivo del tratamiento es reducir el riesgo de infecciones oportunistas y mejorar la calidad de vida del gato. Se recomienda un control regular del peso y de los parámetros sanguíneos, así como un tratamiento precoz de las dolencias.
El tratamiento con interferón omega felino (Feline Virbagen) puede mejorar las condiciones de vida del animal y alargar su esperanza de vida, aunque es caro. Aislar a los gatos infectados de los sanos para evitar la contaminación. Mantener a los gatos con VIF en el interior para minimizar el riesgo denuevas infecciones.
Los antirretrovirales, como la zidovudina (AZT) y elinterferón ω felino, reducen la viremia y mejoran el estado general del gato. Sin embargo, estos tratamientos tienen limitaciones y pueden causar efectos secundarios. Por ejemplo, la zidovudina provoca anemia no regenerativa. Administrar interferónω felino por vía oral o subcutánea para mostrar una mejoría clínica, sin aumentar necesariamente las tasas de supervivencia.
¿Cuáles son los medios de prevención?
La prevención del VIF se basa en reducir el riesgo de mordeduras y de contacto con gatos infectados. Es fundamental limitar los movimientos al aire libre y evitar el contacto entre gatos sanos y portadores del VIF. Se recomienda esterilizar a los gatos, sobre todo a los machos, para reducir su agresividad y el riesgo de peleas.
Una vacuna contra el VIF, comercializada en Norteamérica y Australia, ofrece una protección parcial. En Europa, no se dispone de vacuna debido a la diversidad de cepas víricas. Los gatos infectados deben vacunarse adecuadamente contra otras enfermedades como el tifus, el calicivirus y la leucosis. Esto minimiza el riesgo de coinfecciones.
Mantener un entorno limpio y sano, utilizar antiparasitarios para prevenir las infestaciones por pulgas y garrapatas, y realizar revisiones sanitarias periódicas son esenciales para proteger a los gatos contra el VIF. Una buena alimentación y un estilo de vida sano también ayudan a reducir el riesgo. Hay que estar atento al menor síntoma de enfermedad. Una buena dieta, suplementos para reforzar la inmunidad y el bienestar del gato(evitar el estrés) también contribuyen a reforzar su sistema inmunitario.