El dolor ovárico en las yeguas es un problema común pero a menudo pasado por alto en la medicina veterinaria equina, especialmente en los ámbitos de la reproducción y el rendimiento deportivo. Además de producir ovocitos, los ovarios regulan hormonas que influyen en el comportamiento y la fisiología de las yeguas. El dolor ovárico puede indicar trastornos como quistes, tumores o desequilibrios hormonales, que afectan a la salud y el rendimiento.
El ciclo hormonal de las yeguas
Una yegua sana tiene ciclos ováricos de unos 21 días. Durante estos ciclos, bajo la influencia de hormonas como los estrógenos y la progesterona, los ovarios producen folículos que aumentan de tamaño durante los primeros 15 días. A continuación, el folículo dominante, a menudo de 5 cm de diámetro, libera un óvulo en el útero. Tras la ovulación, el folículo se transforma en cuerpo lúteo, y el ovario entra en una fase de reposo durante unos 5 días antes de que comience un nuevo ciclo.
Esta actividad ovárica provoca cambios hormonales y físicos, que pueden causar molestias e incluso dolor a la yegua. En particular, el gran tamaño de los folículos y la ovulación pueden tirar del ligamento ovárico, provocando dolor en la zona lumbar, sobre todo al hacer ejercicio. Estos dolores son compatibles con un ciclo normal y no indican necesariamente una anomalía.
El fotoperiodo también influye en el ciclo ovárico de la yegua. En invierno, cuando los niveles de luz son bajos, la actividad ovárica disminuye. Sin embargo, la exposición prolongada a la luz artificial puede desencadenar el celo incluso durante este periodo. La gestión de la luz es habitual en la cría y las carreras para fomentar ciclos reproductivos más regulares y óptimos.
Por tanto, el dolor ovárico puede deberse a fenómenos fisiológicos naturales, como el crecimiento de los folículos, pero es necesario realizar exámenes exhaustivos para descartar causas más graves, como tumores o quistes.
¿Cuáles son los síntomas de una yegua “ovárica”?
Las yeguas presentan síntomas cíclicos relacionados con el dolor ovárico, generalmente al inicio del celo y que desaparecen tras la ovulación. Durante este periodo, aparecen signos de malestar, como que la yegua arquee la espalda, mueva la cola o se muerda los flancos. Otros signos son los cólicos, el dolor de espalda y la irregularidad posterior. Aunque las deposiciones siguen siendo normales, el apetito puede volverse errático. Estos síntomas pueden aliviarse con antiespasmódicos, lo que sugiere una relación con el dolor ovárico sin indicar necesariamente una patología grave.
El diagnóstico se basa en la ciclicidad de los síntomas, su coincidencia con el celo y la desaparición de los síntomas tras la administración de hormonas como Regumate. A medida que los folículos crecen, ejercen tracción sobre el ligamento ovárico, provocando un dolor que se agrava con el esfuerzo físico. Esta tracción puede provocar reacciones como corcoveos, rechazo al movimiento, patadas y, a veces, encabritamiento.
Aunque estas manifestaciones pueden ser intensas, rara vez son frecuentes. Sin embargo, en el caso de algunas yeguas, pueden afectar a la relación con su propietario o provocar una pérdida de rendimiento. Los estudios sobre la influencia del ciclo estral en el rendimiento deportivo son limitados, aunque algunos indican una menor actividad locomotora durante el celo. En general, el comportamiento de las yeguas parece variar en función del ciclo, pero es necesario seguir investigando para comprender mejor estos fenómenos.
¿Qué causa el dolor ovárico?
Los folículos, células sexuales inmaduras, avanzan hacia la ovulación aumentando de tamaño y peso. Este peso adicional ejerce un tirón sobre el ligamento ovárico, que une los ovarios a la pared abdominal, una zona muy sensible. Este tirón, acentuado por la actividad deportiva, puede provocar dolor ovárico y reacciones defensivas, como prisas o reactividad al trabajo. Además del dolor asociado a los ciclos normales, ciertas patologías ováricas pueden agravar estos síntomas.
Los tumores de la granulosa, un tipo de cáncer mínimamente invasivo pero localmente agresivo, pueden provocar un aumento significativo del tamaño del ovario, hasta el tamaño de una pelota de baloncesto, causando dolor. Estos tumores afectan a las células de la granulosa que rodean los folículos. Las yeguas afectadas suelen comportarse como sementales o mostrar ninfomanía. El diagnóstico se realiza mediante ecografía y medición hormonal, y el tratamiento es quirúrgico.
Puede producirse un hematoma ovárico en el momento de la ovulación, cuando el folículo se rompe, provocando una hemorragia dolorosa. Este tipo de dolor aparece después de la ovulación, y el tratamiento incluye hormonas para suprimir el calor o remedios calmantes.
Los abscesos ováricos, aunque poco frecuentes, son muy dolorosos y pueden bloquear la actividad ovárica. Provocan síntomas como cólicos, pérdida de peso y signos de infección. A menudo es necesaria la cirugía para evitar que el absceso se rompa en el abdomen.
Los quistes ováricos, menos frecuentes de lo que se cree, son cavidades líquidas asociadas a una ausencia de calor. Se puede intentar reabsorberlos hormonalmente, pero puede ser necesaria la cirugía si esto falla. Estos quistes no son muy dolorosos pero pueden aumentar la tensión de los ligamentos.