El trastorno de estrés postraumático(TEPT) es una afección psicológica compleja, a menudo resultado de la exposición a sucesos traumáticos. Caracterizado por hipervigilancia, flashbacks y alteraciones emocionales, el TEPT tiene un profundo impacto en la calidad de vida de los afectados. Aunque los enfoques terapéuticos tradicionales, como la psicoterapia cognitiva y conductual, ofrecen resultados prometedores, no siempre son suficientes para satisfacer las necesidades específicas de cada paciente.
En este contexto, la mediación animal, y más concretamente el apoyo prestado por los caballos, se perfila como una alternativa innovadora y complementaria. Basado en la interacción humano-animal, este enfoque pretende mejorar la regulación emocional, la confianza en uno mismo y el bienestar general. El caballo, como animal social y sensible, ocupa un lugar especial en este enfoque gracias a su capacidad para percibir los estados emocionales humanos y responder a ellos de forma no verbal.
¿Qué es el TEPT?
El trastorno de estrés postraumático (TEPT) es un trastorno mental resultante de la exposición directa o indirecta a un acontecimiento traumático. Esto incluye situaciones como amenazas de muerte, violencia sexual o lesiones graves. Los síntomas del TEPT, tal como se describen en el DSM-5, incluyen la revivificación intrusiva, conductas de evitación, cambios cognitivos y emocionales, y cambios en la excitación y la reactividad.
Históricamente, las manifestaciones de trastornos relacionados con el trauma se han documentado desde la antigüedad. Las descripciones de “estados de languidez” o pesadillas recurrentes tras las guerras ilustran las primeras identificaciones de este sufrimiento psíquico. En el siglo XIX, investigadores como H. Oppenheim introdujeron la noción de “neurosis traumática”, allanando el camino para una clasificación más precisa. Este concepto evolucionó con los estudios de las neurosis de guerra, sobre todo después de las dos guerras mundiales.
Según los criterios actuales, el diagnóstico se basa en la persistencia de los síntomas durante más de un mes y su impacto significativo en la calidad de vida y el funcionamiento social o profesional. Entre los factores de riesgo figuran los traumatismos precoces, los antecedentes de trastornos mentales y el escaso apoyo social. En cambio, un tratamiento precoz, como el de las Células de Urgencia Médico-Psicológica (CUMP), y terapias específicas como la EMDR o las terapias de exposición, ofrecen perspectivas alentadoras para tratar este trastorno discapacitante.
¿En qué consiste la mediación animal?
La mediación animal, también conocida como intervención asistida por animales, es un método para mejorar el bienestar humano mediante la interacción estructurada con animales cuidadosamente seleccionados. Esta práctica se basa en la idea de que los animales, con su presencia y comportamiento, facilitan los procesos de atención,aprendizaje y rehabilitación social. Incluye intervenciones terapéuticas, educativas y recreativas.
Las primeras prácticas documentadas se remontan al siglo IXᵉ, cuando se confiaban aves a pacientes para ayudarles en su recuperación psicológica. Este enfoque se desarrolló a lo largo de los siglos, con iniciativas como la integración de animales en instituciones psiquiátricas en el siglo XIX o su uso con soldados traumatizados tras la Primera Guerra Mundial. En los años 50, Boris Levinson formalizó este enfoque introduciendo el concepto de terapia asistida por animales, demostrando sus beneficios en pacientes resistentes a las terapias convencionales.
Hoy en día, la mediación animal adopta varias formas: terapia,educación, actividades recreativas y coaching asistido por animales. Estas intervenciones se basan en objetivos específicos e implican a un trío beneficiario-animal-profesional. Pretenden mejorar las capacidades cognitivas, emocionales y sociales, teniendo en cuenta al mismo tiempo el bienestar de los animales.
El caballo, en particular, ocupa un lugar único en la mediación animal. Históricamente, se utilizaba como animal de trabajo, pero su estatus ha evolucionado hacia el de compañero y socio terapéutico, sobre todo en las prácticas de equiterapia. El caballo destaca por su sensibilidad a las emociones humanas y su capacidad para favorecer cambios de comportamiento, sobre todo en el tratamiento de trastornos psicológicos como el trastorno de estrés postraumático(TEPT).
¿Cómo pueden utilizarse la hipoterapia y la equiterapia para tratar el TEPT?
El caballo, con su sensibilidad emocional y sus interacciones no verbales, desempeña un papel único en las terapias asistidas con animales, incluidas la equiterapia y la hipoterapia, aplicadas al tratamiento del trastorno de estrés postraumático(TEPT). Estos enfoques aprovechan la capacidad del caballo para crear una conexión auténtica, tranquilizadora y transformadora con el cliente.
En la hipoterapia, el caballo actúa como estimulador físico, gracias a sus movimientos suaves, rítmicos y tridimensionales. Éstos mejoran el control postural, la coordinación y el equilibrio, al tiempo que reducen el dolor crónico asociado a menudo con el TEPT. Al mismo tiempo, estas interacciones refuerzan la conciencia corporal, esencial para reducir la ansiedad y recuperar la sensación de seguridad.
La equiterapia, centrada en el eje psicoterapéutico, permite abordar las desregulaciones emocionales típicas del TEPT. El caballo, como espejo emocional, ayuda a desarrollar la regulación emocional, al tiempo que fomenta la autoestima, la resiliencia y una mejor gestión del estrés. Interacciones como el acicalamiento y la monta fomentan la atención plena y el compromiso activo, elementos cruciales para superar los síntomas disociativos y reducir la hipervigilancia.
Los entornos naturales y estructurados de las sesiones también proporcionan estimulación multisensorial, reforzando la relajación y la integración social. Por último, estas prácticas fomentan el afrontamiento activo, esencial para mejorar la resiliencia frente al trauma, al tiempo que facilitan una relación tranquilizadora con el animal y el terapeuta.
Gracias a su polivalencia, el caballo se está convirtiendo en un actor central de la rehabilitación psicológica y física, ofreciendo una respuesta global y prometedora a las necesidades específicas de los pacientes con TEPT.
Bienestar y necesidades de los caballos mediadores
Garantizar el bienestar de los caballos mediadores es un requisito fundamental en la práctica de la mediación equina, tanto por razones éticas como para garantizar su eficacia y seguridad. Los caballos son animales sociales, móviles y sensibles con necesidades específicas que deben respetarse.
Las necesidades básicas incluyen el contacto social regular con otros caballos, una libertad de movimientos suficiente y el acceso a pastos o forraje de calidad (del 1,5 al 2% del peso vivo en materia seca al día). Estos elementos favorecen la masticación prolongada, esencial para prevenir la estereotipia, las úlceras gástricas y los trastornos digestivos. También es esencial una hidratación constante con agua limpia y libremente disponible.
Los caballos deben estar alojados de forma que puedan descansar con seguridad, con espacio suficiente para moverse libremente y relacionarse socialmente. Los paseos regulares en grupo reducen el riesgo de estrés acumulado o hiperactividad.
Las prácticas de adiestramiento y educación deben basarse en técnicas fundamentadas en los principios del aprendizaje. Se recomienda encarecidamente el uso del refuerzo positivo para motivar a los caballos y aumentar su cooperación. La familiarización gradual con equipos y beneficiarios específicos garantiza sesiones seguras y adecuadas.
Por último, es esencial realizar un seguimiento regular del estado físico y emocional de los caballos. Se pueden utilizar herramientas como el protocolo Cheval Bien-Être para evaluar objetivamente su estado, procurando al mismo tiempo limitar el estrés de las sesiones. Respetar estos principios no sólo garantiza un caballo equilibrado, sino también interacciones armoniosas con los clientes.