La campilobacteriosis es un importante problema de salud pública. Es una de las zoonosis de origen alimentario más frecuentes en Europa. Con una incidencia estimada de unos 842 casos por cada 100.000 habitantes al año en Francia, estas infecciones bacterianas plantean importantes retos de salud pública. Aunque la campilobacteriosis no es una enfermedad de declaración obligatoria en humanos, los casos agrupados asociados al consumo de un mismo alimento requieren una declaración obligatoria de intoxicación alimentaria colectiva.
¿Cuál es el agente infeccioso?
Campylobacter (del griego καμπύλος, curva) es un género de bacterias Gram negativas, microaerófilas, oxidasas positivas, no formadoras de esporas, implicadas en intoxicaciones alimentarias. Residen principalmente en el tracto intestinal de diversos animales, en particular los criados en cautividad. Están reconocidas como fuente de zoonosis en la ganadería. También son la principal causa bacteriana de gastroenteritis humana en todo el mundo. Su prevalencia está aumentando en los países desarrollados, potencialmente como consecuencia de la concentración de animales.
Estas bacterias, con sus exigentes condiciones de crecimiento, presentan formas muy variadas. En particular, se encuentran bacilos ligeramente curvados o incluso en forma de espiral en cultivos juveniles, y bacilos cocobacilares en cultivos más maduros. Se cultivan en agar sangre de Columbia en condiciones microaerófilas.
El género Campylobacter comprende 17 especies. Las principales especies son C. jejuni y C. coli, que causan enteritis, y C. fetus, que provoca septicemia en individuos inmunodeprimidos. Las manifestaciones clínicas inducidas por estas bacterias varían. Los principales síntomas son la enteritis, con diarrea, fiebre y dolor abdominal tras un periodo de incubación de dos a cinco días. También pueden producirse complicaciones postinfecciosas menos frecuentes, como artritis reactiva y síndrome de Guillain-Barré.
A. fetus rara vez causa enteritis. En cambio, lo más frecuente es que cause síndromes febriles prolongados con lesiones focales, principalmente en el endotelio vascular. Las infecciones por C. fetus suelen producirse en individuos con patologías subyacentes como cirrosis, cáncer, diabetes o inmunodeficiencia. La infección por C . fetus durante el embarazo conlleva un alto riesgo de muerte fetal.
Otras especies de Campylobacter causan diversas infecciones, como Campylobacter upsaliensis, Campylobacter lari y Campylobacter hyointestinalis. El principal reserv orio de estas bacterias son los animales, que comprenden una variedad de aves y mamíferos, siendo los pollos en particular el reservorio natural de C. jejuni.
¿Qué aspecto tiene la enfermedad en los animales?
Los casos de infección por Campylobacter je juni y Campylobacter coli están muy extendidos en todo el mundo. Las aves de corral son las principales portadoras de estas bacterias. Los síntomas generalmente asociados a estas infecciones suelen incluir diarrea, aunque algunos portadores, como las aves de corral y los cerdos, pueden permanecer asintomáticos.
En la mayoría de los casos, las infecciones por Campylobacter jejuni y Campylobacter coli en animales son asintomáticas o presentan síntomas menores. Las aves de corral y los cerdos, en particular, pueden ser portadores de estas bacterias en sus intestinos sin mostrar ninguna enfermedad aparente. Sin embargo, algunas especies de Campylobacter, como Campylobacter fetus, pueden ser patógenas para los animales. Pueden estar asociadas con la infertilidad o el aborto.
El principal reservorio de Campylobacter son las aves y los mamíferos, incluidas las aves de corral, el ganado vacuno, los cerdos, las ovejas, los gatos, los perros y los mamíferos marinos. Los pollos, en particular, se consideran reservorios naturales de Campylobacter jejuni. Estas bacterias suelen colonizar las cloacas de las aves sin causar ninguna patología aparente.
En los mataderos europeos, una elevada proporción de pollos enteros están contaminados con Campylobacter, con un 87,5% de muestras positivas. Las aves de corral, tanto salvajes como domésticas, son los principales reservorios de C. jejuni y C. coli . Otros animales, como el ganado vacuno, los cerdos y los pequeños rumiantes, así como los animales de compañía, como perros y gatos, también son reservorios potenciales de estas bacterias.
¿Cómo se transmiten estas bacterias?
En los animales, Campylobacter jejuni y Campylobacter coli se transmiten principalmente a través de la ingestión de alimentos o agua contaminados con heces de animales que contienen estas bacterias. Tras la ingestión, estas bacterias se multiplican en el tubo digestivo de los animales infectados y se excretan en sus heces. Tienen una resistencia prolongada en el medio externo, contaminando las instalaciones ganaderas durante mucho tiempo.
La campilobacteriosis, una zoonosis, se transmite al ser humano a través de la ingestión de alimentos contaminados. Se trata principalmente de carne de ave poco cocinada o alimentos listos para el consumo que han estado en contacto con superficies contaminadas. La transmisión directa también puede producirse por contacto con animales portadores de la bacteria.
Campylobacter puede encontrarse en la mayoría de los animales de sangre caliente, como aves de corral, vacas, cerdos, ovejas, avestruces, perros, gatos e incluso crustáceos. Las principales fuentes de contaminación para el ser humano son la carne de ave poco cocinada, la leche cruda o contaminada y el agua o el hielo contaminados.
Es difícil estimar con precisión la contribución de cada fuente a la carga global de la enfermedad. Sin embargo, el consumo de carne de ave contaminada y poco cocinada se considera una fuente importante de contaminación. Aunque los brotes con una fuente común representan una pequeña proporción de los casos, la mayoría de los casos notificados son esporádicos, lo que hace difícil establecer patrones claros de transmisión.
El control de la contaminación por Campylobacter es complejo debido a su amplia distribución. Sin embargo, en los países donde se han puesto en marcha estrategias específicas para reducir la prevalencia de estas bacterias en las aves de corral, se ha observado una reducción similar en la frecuencia de casos humanos.
¿Qué aspecto tiene la campilobacteriosis en el ser humano?
¿Cómo se diagnostica la enfermedad?
El diagnóstico de las infecciones por Campylobacter implica una serie de pasos cruciales destinados a identificar con precisión la presencia de la bacteria y determinar las opciones de tratamiento adecuadas. Por lo general, el primer paso consiste en cultivar una muestra de heces . Se trata de un método estándar para detectar Campylobacter en el tracto intestinal.
Sin embargo, es esencial subrayar que el cultivo de heces no se realiza de forma rutinaria en todos los pacientes que presentan síntomas de infección por Campylobacter. Esta decisión depende a menudo de la gravedad de los síntomas y de la historia clínica del paciente.
Los coprocultivos pueden tardar varios días en dar resultados, lo que retrasa el inicio del tratamiento. Para obtener resultados más rápidos, una alternativa es la técnica de reacción en cadena de la polimerasa (PCR). Este método detecta el ADN de Campylobacter en las heces amplificando la cantidad de ADN bacteriano, lo que facilita una detección más temprana y un inicio más rápido del tratamiento.
Además del cultivo de heces y la PCR, pueden utilizarse otras pruebas para diagnosticar las infecciones por Campylobacter. Por ejemplo, las pruebas de antígenos bacterianos en heces pueden identificar directamente la presencia de la bacteria. Una vez confirmada la presencia de Campylobacter, suelen realizarse pruebas de sensibilidad a los antibióticos para determinar qué antibióticos son eficaces para tratar la infección.
En los casos en que los médicos sospechan que la infección se ha extendido a la sangre u otros órganos, también puede tomarse una muestra de sangre para su cultivo. Esto ayuda a confirmar la presencia de Campylobacter en la sangre y orientar el tratamiento adecuado para combatir la infección sistémica.
¿Cuál es el tratamiento?
El tratamiento de las infecciones por Camp ylobacter suele basarse en medidas de apoyo como la reposición de electrolitos y la rehidratación. Sin embargo, en los casos en que la infección se vuelve invasiva, provocando daños en las células de la mucosa intestinal y lesiones tisulares, o cuando la bacteria persiste en portadores sanos, se recomienda un tratamiento antimicrobiano. Los portadores sanos son individuos que albergan Campylobacter en su organismo y siguen excretándolo sin mostrar síntomas.
El antibiótico de elección para tratar las infecciones por Campylobacter suele serla azitromicina o, en algunos casos, laeritromicina. Un estudio realizado por investigadores de la Universidad Estatal de Washington ha sugerido que el ajo puede ser cien veces más eficaz que algunos antibióticos para eliminar las biopelículas de Campylobacter jejuni.
En la mayoría de los casos, no existe un tratamiento específico para las infecciones por Campylobacter. La mayoría de las personas se recuperan por sí solas en aproximadamente una semana. Sin embargo, en pacientes con fiebre alta, diarrea grave o sanguinolenta, o empeoramiento de los síntomas, puede ser necesario un tratamiento antibiótico. En estos casos suele recomendarse un tratamiento de 3 días con azitromicina oral. La ciprofloxacina puede utilizarse como alternativa, pero con precaución debido a la creciente aparición de resistencias a este antibiótico.
En casos de infección sistémica, con propagación de la bacteria al torrente sanguíneo o a otros órganos, pueden ser necesarios antibióticos como elimipenem o la gentamicina durante 2 a 4 semanas. La elección de los antibióticos puede ajustarse en función de los resultados del antibiograma. Éste indica la sensibilidad de la cepa de Campylobacter a los distintos antibióticos.
¿Cómo se puede prevenir la transmisión?
Las medidas preventivas generales tienen por objeto limitar la propagación de la infección por Campylobacter, e implican una serie de pasos. Para empezar, hay que mantener un alto nivel de higiene general en la granja, limpiando y desinfectando periódicamente las instalaciones y el equipo. Almacenar los desechos animales y los cadáveres en zonas designadas, como los centros de transformación, para evitar la contaminación ambiental.
También es crucial proporcionar formación e información adecuadas a los empleados sobre los riesgos asociados a la campilobacteriosis, así como sobre las medidas preventivas colectivas e individuales que deben ponerse en práctica. Esto incluye el suministro de agua potable, jabón y material de limpieza desechable, así como la disponibilidad de un botiquín de primeros auxilios adecuado. Deben utilizarse taquillas separadas para separar la ropa de trabajo de la ropa personal. De este modo se reduce el riesgo de contaminación cruzada.
En cuanto a los requisitos para quienes intervienen en la cadena alimentaria, los productores primarios deben aplicar rigurosamente buenas prácticas de cría de animales. También deben evitarse determinadas prácticas, como el deshuesado en el sector de los pollos de engorde. Los operadores alimentarios, por su parte, deben respetar las buenas prácticas de higiene. Son responsables de la formación de sus empleados y de la aplicación de un plan de vigilancia para controlar la seguridad alimentaria.
Para garantizar la seguridad alimentaria, los consumidores deben lavarse las manos antes de manipular los alimentos, seguir unas buenas prácticas de higiene en la cocina y comprobar que la carne, sobre todo la de ave, se cocina a una temperatura interna superior a 65°C. En las barbacoas hay que extremar la vigilancia para que la carne se cocine correctamente.
¿Cuál es la epidemiología de esta infección?
Las enfermedades transmitidas por los alimentos, como la campilobacteriosis, afectan a alrededor del 10% de la población cada año, causando una pérdida de 33 millones de años de vida sana. Son más graves en los niños pequeños, con unos 550 millones de casos de diarrea al año, de los que 220 millones corresponden a niños menores de 5 años. Campylobacter es una de las principales causas de enfermedad diarreica en todo el mundo.
Laelevada incidencia de la di arrea causada por Campylobacter y su prolongada duración, así como sus posibles complicaciones, tienen importantes repercusiones socioeconómicas. En los países en desarrollo, las infecciones por Campylobacter son frecuentes en niños menores de dos años. A veces son mortales.
La ingestión de 500 bacterias basta para provocar diarrea. Desde la década de 2000, el número de casos de campilobacteriosis humana notificados cada año supera regularmente los 40 por 100.000 habitantes en la Unión Europea, principalmente en verano. En Francia, el número de casos notificados fue de 6,2 por 100.000 habitantes en 2009. Sin embargo, es probable que esta estimación esté infravalorada debido a la infranotificación. La mayoría de los casos son aislados (esporádicos), aunque las intoxicaciones alimentarias colectivas relacionadas con Campylobacter suelen estar asociadas al consumo de agua contaminada, leche cruda o carne de aves de corral.
Los principales factores de riesgo incluyen la transferencia de la contaminación a través de la tabla de cortar o los cuchillos utilizados para manipular aves de corral crudas, y el consumo de carne poco hecha.
La campilobacteriosis es la zoonosis más frecuentemente notificada en la Unión Europea. Hasta el 80% de los casos se atribuyen al pollo, una especie reservorio. Ciertos factores, como la temperatura, elsuministro de agua y la proximidad a otras granjas, aumentan el riesgo de zoonosis en las granjas de pollos.
¿Qué medidas de control se aplican?
La Directiva 2003/99/CE obliga a los Estados miembros a establecer sistemas de vigilancia de un determinado número de zoonosis, ya sea con carácter obligatorio (anexo I.A) o en función de la situación epidemiológica (anexo I.B). Estos datos son recopilados anualmente a escala europea por laAutoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) y el Centro Europeo para la Prevención y el Control de las Enfermedades (ECDC). La campilobacteriosis y sus agentes causales figuran en el anexo I.A. En términos de sanidad animal, no se considera una enfermedad contagiosa. Desde el punto de vista de la salud pública, no es de declaración obligatoria. Actualmente, las autoridades no clasifican la enfermedad como enfermedad profesional. El Código del Trabajo francés clasifica el Campylobacter jejuni y el Campylobacter coli en el grupo de riesgo 2 (R. 4421-3).
Vigilancia de los animales
La vigilancia de los animales para detectar campilobacteriosis es un aspecto crucial para prevenir la propagación de esta enfermedad zoonótica. Aunque es voluntario para los ganaderos, es de vital importancia para la salud pública y la seguridad alimentaria. He aquí algunos puntos adicionales a tener en cuenta a la hora de desarrollar este sistema de vigilancia:
- El papel de los ganaderos: Los ganaderos desempeñan un papel esencial en la vigilancia de la campilobacteriosis en los animales. Deben ser conscientes de los riesgos de esta enfermedad. Se les anima a adoptar prácticas de bioseguridad rigurosas en sus explotaciones.
- Prácticas de bioseguridad: Las medidas de bioseguridad incluyen el control del acceso a las explotaciones, la desinfección periódica de las instalaciones, la gestión de los residuos y los animales muertos, y la limitación del contacto con otros animales potencialmente portadores de la bacteria.
- Vigilancia reglamentaria: Aunque la vigilancia de la campilobacteriosis en animales es actualmente voluntaria, es necesario considerar la introducción de programas de vigilancia reglamentaria en el sector veterinario. Esto garantizaría la detección precoz y la gestión eficaz de la enfermedad.
- Educación y concienciación: Es crucial educar a los ganaderos sobre los riesgos de la campilobacteriosis y concienciarlos sobre las buenas prácticas de prevención y control. Esto puede hacerse mediante programas de formación y concienciación, así como difundiendo información pertinente sobre los peligros de la enfermedad y las medidas que deben tomarse para prevenirla.
Así pues, la vigilancia de la campilobacteriosis en los animales depende de una combinación de esfuerzos voluntarios por parte de los ganaderos, prácticas de bioseguridad eficaces e, idealmente, programas de vigilancia reglamentarios. Estas medidas son cruciales para reducir la prevalencia de la enfermedad en los animales y prevenir su transmisión a los seres humanos.
Controles en la industria agroalimentaria
La vigilancia y el control de los productos alimenticios son esenciales para garantizar la seguridad de los consumidores. He aquí algunos puntos clave a tener en cuenta en este ámbito:
- Controles oficiales: Las autoridades competentes, como la Direction Générale de l’Alimentation (DGAL) y la Direction Générale de la Concurrence, de la Consommation et de la Répression des Fraudes (DGCCRF), elaboran periódicamente planes de vigilancia y control alimentarios (PS/PC). Estos controles son efectuados por agentes de las direcciones departamentales encargadas de la protección de la población (DdecPP). Pueden incluir análisis oficiales realizados por una red de laboratorios autorizados por el Estado y gestionados por el Laboratorio Nacional de Referencia (LNR). Abarcan diversos aspectos, como los alimentos, el medio ambiente y los establecimientos alimentarios, en particular los mataderos.
- Autovigilancia delos operadores: los operadores agroalimentarios están obligados a establecer sistemas de autovigilancia basados en análisis de riesgos específicos para cada empresa, de acuerdo con la normativa vigente. Esto significa que el Campylobacter debe incluirse en los planes de control sanitario de las empresas, especialmente en los mataderos avícolas. Los operadores deben cumplir los criterios microbiológicos definidos por la normativa para los productos alimenticios y adoptar medidas de gestión en caso de incumplimiento.
La vigilancia y el control de los productos alimenticios se basan en un enfoque coordinado entre las autoridades reguladoras y los operadores de la cadena alimentaria. De este modo se garantiza el cumplimiento de las normas de seguridad alimentaria y se protege a los consumidores de los riesgos asociados a la contaminación por patógenos como el Campylobacter.
Vigilancia en humanos
En Francia, los expertos estiman que cada año se producen entre 236.000 y 795.000 casos de campilobacteriosis de origen alimentario, con una mediana de 390.000 casos.
El Centro Nacional de Referencia (CNR) para Campylobacter y Helicobacter es responsable del seguimiento de la campilobacteriosis humana. Coordina una red de laboratorios hospitalarios de bacteriología y de laboratorios de análisis de biología médica. Esta vigilancia tiene varios objetivos: describir las características epidemiológicas, controlar la resistencia a los antibióticos y detectar los casos de cluster.
Santé publique France se encarga de la vigilancia epidemiológica, la recogida de datos clínicos de los pacientes y la realización de encuestas alimentarias en colaboración con las agencias regionales de salud. Cada año, los expertos transmiten la información recopilada al Centro Europeo para la Prevención y el Control de las Enfermedades (ECDC) para realizar un análisis global de la situación.
¿Qué hacen las autoridades sanitarias?
La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) calcula que la campilobacteriosis representa una carga económica de unos 2 400 millones de euros al año para los sistemas de salud pública y en términos de pérdida de productividad dentro de la Unión Europea.
EFSA
En 2021, la campilobacteriosis fue la zoonosis más frecuentemente notificada en la UE, con 127.840 casos, lo que supone un aumento del 2, 1% en comparación con 2020, según la EFSA y el ECDC. Estas cifras proceden del último informe anual sobre zoonosis, que forma parte de la iniciativa “Una sola salud ” de la UE.
La EFSA ha desarrollado dos herramientas interactivas sobre Campylobacter: un mapa narrativo y una tabla interactiva. El mapa narrativo ofrece una visión general de Campylobacter, incluidas sus características, distribución y estrategias de vigilancia en la UE. La tabla permite explorar en profundidad los datos acumulados desde 2017.
Los expertos de la EFSA también revisaron las estrategias de control de Campylobacter en las granjas de pollos de engorde, identificando los métodos más efectivos y evaluando sus ventajas y desventajas.
En términos de salud pública, un dictamen de la EFSA de 2015 identificó la leche cruda como una fuente potencial de bacterias patógenas, incluida Campylobacter. Además, la EFSA dio consejos en 2011 y 2010 para reducir la presencia de Campylobacter en la carne de pollo, sugiriendo medidas previas al sacrificio que podrían reducir los riesgos para la salud en un 50% y, en la producción, en más del 90%.
La EFSA desempeña un papel crucial para garantizar la seguridad alimentaria en Europa. Recopila y analiza datos, evalúa riesgos y propone opciones de control. Cada año, la EFSA y el ECDC publican un informe conjunto en el que se evalúan los progresos realizados por los Estados miembros en la reducción de la prevalencia del Campylobacter.
La vigilancia de Camp ylobacter es parte integrante del marco normativo de la UE, cuyo objetivo es mejorar la seguridad alimentaria desde la granja hasta el plato. Para más detalles sobre la normativa aplicable, consulte los informes sobre zoonosis transmitidas por los alimentos.
ANSES
El laboratorio de seguridad sanitaria de Ploufragan-Plouzané, gestionado por Anses, desempeña un papel crucial como Laboratorio Nacional de Referencia (LNR ) para la bacteria Campylobacter. Esta designación subraya su autoridad y experiencia en el control y seguimiento de esta bacteria patógena.
Al mismo tiempo, el papel de Laboratorio de Referencia de la Unión Europea (EU-RL ) para Campylobacter se ha asignado al Instituto Veterinario Nacional (SVA), con sede en Uppsala (Suecia). Este laboratorio coordina una red europea que comprende los LNR de diferentes Estados miembros. Esto facilita la colaboración y la armonización de los métodos de investigación y vigilancia en toda Europa.
Cabe mencionar que la vigilancia de Campylobacter en productos alimenticios acabados aún no está regulada específicamente a escala europea. Los últimos textos comunitarios no han introducido ninguna normativa dedicada a este tema, lo que pone de manifiesto la posible necesidad de revisar las políticas de seguridad alimentaria.
El NRL, con el apoyo de la Anses, ha elaborado varias publicaciones científicas que abordan los riesgos asociados a la campilobacteriosis en animales como rumiantes y aves de corral. Este trabajo contribuye significativamente a nuestra comprensión de los mecanismos de transmisión y las posibles medidas preventivas.
Además, un estudio de expertos europeos, dirigido por un científico de Anses, reevaluó recientemente la eficacia de las estrategias de control de Campylobacter en las granjas de pollos. El objetivo de esta investigación era minimizar el riesgo de transmisión de la bacteria a los seres humanos. El estudio publicó sus resultados en una destacada revista científica, contribuyendo así al avance de los conocimientos y las prácticas en la lucha contra la campilobacteriosis.
OMS
En colaboración con otros actores clave, laOMS elabora políticas para mejorar la seguridad alimentaria, un pilar fundamental para garantizar el acceso a alimentos seguros y nutritivos. Estas políticas abarcan toda la cadena alimentaria, desde la producción hasta el consumo, y recurren a diversos conocimientos técnicos.
La organización trabaja para reforzar los sistemas de seguridad alimentaria en un contexto de creciente globalización. Actúa para prevenir las enfermedades transmitidas por los alimentos. Estas acciones incluyen el establecimiento de normas internacionales, el refuerzo de la vigilancia de las enfermedades, lainformación a los consumidores y la educación sobre la manipulación higiénica de los alimentos.
En colaboración con la FAO, la OIE y el Centro Colaborador de la OMS en la Universidad de Utrecht, la OMS publicó en 2012 el informe “The global view of campylobacteriosis”. La OMS también está reforzando la capacidad de los laboratorios nacionales y regionales para vigilar patógenos como Campylobacter y Salmonella.
Para combatir la resistencia a los antimicrobianos, la OMS promueve la vigilancia integrada. Recoge y analiza muestras humanas, alimentarias y animales procedentes de diversos sectores.
En cooperación con la FAO, la OMS ayuda a los Estados Miembros coordinando los esfuerzos internacionales para detectar y responder rápidamente a los brotes de enfermedades transmitidas por los alimentos a través de la Red Internacional de Autoridades de Inocuidad de los Alimentos (INFOSAN).
Por último, la OMS lleva a cabo evaluaciones científicas en las que se basan las normas alimentarias internacionales. Estas evaluaciones también permiten elaborar directrices y recomendaciones, preparadas por la Comisión del Codex Alimentarius/FAO, para prevenir las enfermedades transmitidas por los alimentos.