Los primeros meses de vida de un bebé son una época mágica, pero también suelen ser fuente de preocupación para los padres jóvenes. Y una de las causas más frecuentes de llanto inexplicable es el cólico del lactante. Si estás aquí, probablemente es porque tu bebé llora, se retuerce y siente dolor, sin que haya una causa evidente a la vista. No te asustes, no estás sola.
Una definición sencilla de los cólicos del lactante
En general, el cólico es un dolor abdominal de origen digestivo, a menudo relacionado con espasmos. El cólico del lactante es un trastorno transitorio que suele aparecer entre la 2ª y la 3ª semana de vida, y desaparece de forma natural entre los 3 y los 6 meses. Se cree que los cólicos afectan a alrededor del 25% de los bebés, ya sean alimentados con leche materna o con biberón.
Estos episodios pueden ser muy impresionantes, pero en la gran mayoría de los casos no son graves. No son una enfermedad, sino un desequilibrio digestivo temporal, típico de este periodo de adaptación a la vida extrauterina.
¿Qué aspecto tienen los síntomas?
El bebé parece perfectamente tranquilo y calmado después de una toma o un biberón, pero de repente empieza a llorar intensamente, a menudo a última hora de la tarde o a primera hora de la noche. Se retuerce, dobla las piernas hacia la barriga, se pone rojo y la barriga puede parecer dura e hinchada. El llanto dura a veces varias horas, y nada parece poder calmar al niño. En ocasiones, los gases o las heces alivian temporalmente al bebé.
Aquí radica la dificultad para los padres: comprender que este llanto es “normal”, que no se debe a un sufrimiento grave, sino a un sistema digestivo inmaduro que aún se está desarrollando.
¿Por qué sufren cólicos los bebés?
La verdadera causa de los cólicos del lactante sigue siendo poco conocida. Se están investigando varias causas posibles:
- Inmadurez del aparato digestivo, que tiene dificultades para absorber la leche.
- Aerofagia (tragar aire), sobre todo si el bebé succiona rápidamente o llora mucho.
- Reacciones a determinados componentes de la leche materna o infantil.
- Desequilibrio de la microbiota intestinal, que se ha ido acumulando desde el nacimiento
- Hipersensibilidad emocional o necesidad de tranquilidad.
Pero a pesar de estas hipótesis, todavía no existe un consenso médico claro sobre una única causa. Lo que es seguro es que los cólicos desaparecen por sí solos, tan repentinamente como aparecieron.
¿Cuándo hay que preocuparse?
Aunque benignos en la mayoría de los casos, hay ciertas situaciones que deben incitarte a consultar a un pediatra:
- Llanto incesante e inconsolable, día y noche.
- Rechazo a comer.
- Fiebre o vómitos.
- Pérdida de peso o estancamiento.
- Sangre en las heces.
En caso de duda, lo mejor es consultar a un médico para descartar otras causas más graves, como alergia o intolerancia alimentaria.
Conclusión: paciencia, cariño… ¡y un poco de ayuda!
Los cólicos son un periodo difícil pero pasajero. Pone a prueba los nervios y la paciencia de los padres, pero sólo dura un rato. Lo que más necesita tu bebé durante estos periodos es consuelo, calor, cercanía y calma.
En los siguientes artículos, veremos soluciones naturales, como la homeopatía y los masajes, que pueden calmar a tu bebé y ayudarte a superar esta fase con mayor serenidad.



