Cura de vitamina C en invierno, ¿es imprescindible?

Ha llegado el invierno y es más importante que nunca ayudar a sus anticuerpos a combatir las enfermedades.
Uno de los consejos para hacer esto es comer alimentos ricos en vitamina C. He aquí por qué …

¿Qué es la vitamina C?

La vitamina C es esencial para el crecimiento, la reparación y el desarrollo de los tejidos corporales. Contribuye a muchas funciones vitales. Estos incluyen el fortalecimiento del sistema inmunológico, la absorción de hierro y calcio, la producción de colágeno y el mantenimiento de cartílagos, huesos y dientes saludables.

Además, el ácido ascórbico, cuyo nombre científico, es un poderoso antioxidante que protege nuestras células contra los radicales libres y otras moléculas dañinas. Para aumentar sus defensas naturales, muchos toman una cura de vitamina C para el período invernal.

Pero, ¿es realmente una buena idea?

Precauciones para mantenerse en forma en invierno

Las temperaturas excesivamente bajas nos hacen más vulnerables a las enfermedades. Prueba de ello es la epidemia de influenza recurrente apenas llega el invierno. Asimismo, conviene tomar precauciones para protegerse del frío, pero también de las infecciones que prevalecen durante la temporada.

Se trata de mantener tu cuerpo caliente, cubriéndote adecuadamente, por un lado. Y por otro lado, tratar el contenido de tu plato para que le proporcione al organismo todos los nutrientes que necesita para funcionar correctamente. Y dadas sus funciones esenciales en nuestro metabolismo, la vitamina C se considera con razón “la vitamina del invierno”.

Como recordatorio, una buena ingesta de ácido ascórbico ayuda a reducir la fatiga y mejora el funcionamiento del sistema inmunológico. Dos condiciones imprescindibles para mantenerse en forma durante todo el invierno. Además, el objetivo es obtener suficiente vitamina C. La ingesta nutricional recomendada (ANC) es de 110 mg por día para un adulto. Llegar
idealmente a través de alimentos ricos en vitamina C como frutas y verduras. De lo contrario, en forma de complementos alimenticios, si no es posible incluir estos productos alimenticios en su menú diario.

¿Qué pasa con la cura de vitamina C para la gripe?

En otras palabras, cuando se respeta esta cantidad diaria, no es necesario el consumo excesivo de vitamina C en forma de fármaco. Sobre todo porque hasta la fecha, ningún estudio ha demostrado que la absorción adicional de ácido ascórbico pueda prevenir completamente los resfriados y la gripe. Por otro lado, los profesionales de la salud coinciden en que la vitamina C, a través de sus acciones de fortalecimiento del sistema inmunológico, alivia sustancialmente los síntomas y, sobre todo, reduce la duración de la enfermedad.

Además, al ácido ascórbico se le atribuyen virtudes energizantes y, en extensión, una participación activa en la lucha contra la fatiga. Lo cual es una ventaja real, saber que un cuerpo cansado tiene más dificultades para combatir los virus y los gérmenes malos cuando hace frío. Este efecto estimulante proviene precisamente de las funciones reconocidas de la vitamina C, para la absorción y almacenamiento de hierro en el organismo. Así, participa indirectamente en la potenciación de la energía, habiendo demostrado su eficacia el hierro para combatir el cansancio y estimular las capacidades intelectuales. Por lo tanto, un cuerpo bien provisto de vitamina C está en mejores condiciones de defenderse de los ataques virales.

 

Vitamina C, aliada del colágeno

El colágeno es la proteína responsable del crecimiento y reparación de los tejidos del cuerpo. Sin embargo, no puede realizar sus funciones si el cuerpo no recibe suficiente vitamina C. Esta es esencial para la síntesis y el mantenimiento del colágeno. Es decir, debemos aportar a nuestro organismo una cantidad abundante de ácido ascórbico para optimizar las acciones beneficiosas del colágeno. Éstos incluyen:

  • Producir y mantener tejidos sanos, desde la piel hasta los músculos, incluyendo vasos sanguíneos, ligamentos y tendones, cartílagos y huesos;
  • Asegurar las propiedades de hidratación, resistencia y flexibilidad de estos mismos tejidos;
  • Proteger la epidermis de las agresiones externas, y en particular del frío;
  • Acelerar el proceso de curación después de las lesiones;
  • Contribuir a la filtración en el riñón, en la pared arterial y en la barrera hemo-cerebral.

Alimentos que aportan vitamina C

Como fuente, nada supera la ingesta de frutas y verduras. Puedes obtener las cantidades recomendadas de vitamina C comiendo frutas cítricas (naranja, clementina, pomelo…) y sus jugos. Asimismo, los pimientos verdes y rojos, el kiwi, la fresa, la frambuesa, el repollo y el brócoli son verdaderos concentrados de ácido ascórbico. También se sabe que ciertos alimentos y bebidas procesados ​​están fortificados con vitamina C. En cuyo caso, esta adición debe mencionarse en la etiqueta del producto.

Sin embargo, tenga cuidado, porque la vitamina C es frágil. El almacenamiento prolongado o la cocción durante demasiado tiempo pueden alterar su contenido en los alimentos. Por eso deben consumirse crudos. Pero si es imprescindible, dale preferencia al vapor para minimizar las pérdidas.

Entenderás, la regla de oro para afrontar la temporada de frío en buenas condiciones es comprobar tu ingesta de vitamina C. Dependiendo de qué, un profesional de la salud determinará si necesitas o no prescribir una cura. Generalmente es necesario en caso de carencia y / o cuando la alimentación no cubre las necesidades diarias.

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