La respuesta alimentaria al estrés varía de una persona a otra. Estas respuestas se modulan según el tipo de estrés. Tenga en cuenta que un estrés bajo conduce a comer más en exceso (ingesta excesiva de alimentos) y un estrés más intenso conduce a más hipofagia (restricción excesiva de alimentos). Sin embargo, estas reacciones siguen siendo muy dependientes del individuo.
En tiempos estresantes, la elección de alimentos con énfasis en alimentos con alto contenido de azúcar y grasa tiene prioridad. Estos son alimentos reconfortantes que se consumen independientemente del hambre y las necesidades calóricas. La comida desencadena el placer a corto plazo aliviando los efectos negativos del estrés. El efecto calmante de la comida tiene más que ver con la elección de la comida reconfortante que con la cantidad de calorías. Estos efectos sobre el aumento de peso y el consumo de alimentos ricos en alimentos son más graves en personas con sobrepeso y obesidad.
¿Cuál es el vínculo entre la obesidad y el estado de estrés oxidativo?
La obesidad es un trastorno de salud pública mundial cuya prevalencia se ha duplicado en los últimos 40 años.
El estrés se puede definir como una amenaza real y se puede medir objetivamente mediante el cortisol. Ésta es una característica importante de la obesidad. Esto se debe a que el cortisol y el estrés crónico predicen el aumento de peso a largo plazo.
Además, la obesidad abdominal parece estar particularmente asociada con la capacidad de respuesta al cortisol, más que la obesidad periférica.
Estrés – Sueño – Fatiga – Sobrepeso:
Cuando el estrés es crónico, la secreción de insulina está en su punto máximo, lo que puede conducir a un mayor riesgo de diabetes a largo plazo.
El ritmo circadiano controla un conjunto de parámetros como la temperatura corporal, la secreción de cortisol, la conducta alimentaria pero sobre todo la secreción de melatonina. El cortisol es alto cuando la melatonina es baja y viceversa. Si el nivel de cortisol no logra bajar por la noche, la melatonina no logra subir por la noche (lo que inevitablemente causa problemas para dormir). El cortisol es una hormona diurna y la melatonina es una hormona nocturna. El cortisol necesita carbohidratos (energía) y, por lo tanto, insulina.
Algunos consejos para reducir el cortisol:
- Rhodiola (durante el día)
- Melatonina (de noche)
- Magnesio (además)
La descomposición del cortisol puede causar agotamiento.
Estrés y consumo de alimentos:
En la población general, el estrés crónico está relacionado con hábitos alimentarios poco saludables (menor consumo de frutas y verduras, mayor consumo de alimentos ricos en grasas y bocadillos poco saludables). Sin embargo, un nivel bajo de estrés crónico está asociado con hábitos alimenticios saludables. Con respecto al estrés agudo, aún en la población general, la literatura describe por un lado un aumento del consumo de alimentos, y por otro lado una disminución del mismo o una ausencia del efecto del estrés.
El estrés más intenso generalmente se asocia con un efecto anoréxico. Es importante destacar que las diferencias interindividuales en cuanto al IMC, la distribución de la grasa corporal, los hábitos alimentarios, el estrés crónico, la reactividad del cortisol y la restricción cognitiva moderan la relación entre el estrés y el consumo de alimentos.
Además, la tendencia a comerse las propias emociones se ha asociado con un mayor consumo de alimentos en situaciones de estrés así como con un mayor consumo de alimentos grasos y azucarados con alta densidad energética, siempre en respuesta a un estrés agudo.
Por ejemplo, el estrés crónico alto está relacionado con un mayor consumo de alimentos después de un estrés agudo, mientras que las personas con un estrés crónico bajo no lo están.
Hacia una autoadicción por la comida:
El impacto de la obesidad en la salud física y psicológica está bien establecido, especialmente con evidencia de deterioro cognitivo. De hecho, las personas clínicamente obesas tienen funciones ejecutivas más débiles y una mayor adicción a la comida. Por otro lado, el consumo de alimentos poco saludables se predice significativamente por la adicción a los alimentos, mientras que los alimentos saludables no.
La adicción a una sustancia endógena es un nuevo concepto llamado autoadicción. Contribuiría al desarrollo de determinadas conductas, cuyo carácter patológico podría establecerse precisamente a partir de esta dimensión autoadictiva. En particular, la conducta alimentaria patológica podría encajar en esta perspectiva.
Los trastornos alimentarios están asociados con niveles anormales de endorfinas y muestran similitudes clínicas con el uso de sustancias psicoactivas. El papel clave de las endorfinas actúa en determinados aspectos de la conducta alimentaria normal, patológica y experimental.
Los fundamentos neurobiológicos para el desarrollo de un trastorno alimentario y su sostenibilidad surgen a la luz de la implicación actual de las anomalías del sistema de recompensa en el desarrollo de la adicción. El modelo de autoadicción a las endorfinas nos permite integrar el papel del estrés.