El verano está a la vuelta de la esquina. La ropa, el entorno, el clima… Todo cambia tras los largos meses de lucha contra el frío. Y nuestra dieta también se ve afectada por este trastorno. Para pasar de una dieta rica a una más ligera y “comedida”, es necesaria una transición. Nuestro cuerpo puede entonces acostumbrarse gradualmente a este cambio. He aquí algunos consejos que le ayudarán a realizar la transición sin problemas.
Invierno: una dieta rica en grasas… ¿por qué?
En invierno, nuestro cuerpo necesita más grasa y carbohidratos. Esto ayuda al cuerpo a aumentar y retener el calor corporal. Luego, con los días más cortos, hay menos luz. Esto implica un (ligero) aumento del estrés, la ansiedad… Lo que suele llevar a comer (mucho) más para sentirnos bien con nosotros mismos. Por último, las fiestas, que se suceden, aumentan naturalmente la cantidad de calorías que ingerimos, en comparación con lo habitual. Sin embargo, es posible comer alimentos ligeros y equilibrados en invierno; incluso es recomendable. Sólo hay que elegir los alimentos adecuados. Frutas y verduras de temporada, pescados grasos y carnes rojas… Simplemente hay que elegir los que aportan vitamina C, proteínas y omega 3. Estos elementos proporcionan al cuerpo la máxima energía, sin aumentar el almacenamiento de grasa.
El verano: una estación en la que apetece comer ligero
En verano, comer ligero está a la orden del día. Esto es normal después de las calorías acumuladas durante las celebraciones de fin de año y del año nuevo en particular. Te sientes hinchado y las ganas de ponerte a dieta surgen de forma natural. Sin embargo, no hay que pensar en esto de inmediato. Una dieta llamada “de transición” está en orden. Es necesario reducir gradualmente las calorías para que el cuerpo y el organismo puedan adaptarse fácilmente. Aquí también es importante recurrir a las frutas y verduras de temporada. Además, opta por la carne blanca y el pescado azul. Esto le permitirá llenarse de nutrientes, vitaminas y proteínas, sin dejar de lado las calorías. Porque, en contra de la creencia popular, es mejor equilibrar las comidas que arriesgarse a caer en dietas hipocalóricas. Esto podría debilitar nuestro cuerpo.
El cambio de dieta en verano: ¿Cómo hacer la transición con éxito?
En resumen, el cambio de dieta es una transición necesaria entre las estaciones frías y cálidas. Para que esto ocurra sin problemas, recuerde “tender un puente”. En otras palabras, no cambies tus hábitos drásticamente. Lo mejor es cambiar gradualmente los alimentos de tu plato. Sustituye la carne roja y el tocino del invierno por carne blanca y pescado. Elija frutas y verduras de verano bañadas por el sol. Estos aportarán las vitaminas y proteínas necesarias para que el cuerpo se adapte a la temporada baja y luego al calor. Además, no dude en tomar complementos alimenticios para facilitar la “transición digestiva”. Para ello, existen en el mercado productos de calidad que garantizan una buena higiene digestiva. Por último, es imprescindiblehidratarse regularmente. Esto es especialmente importante durante la temporada baja. La temporada baja pone a prueba nuestro sistema inmunitario.