Todas las deficiencias de proteínas, ácidos grasos esenciales, metaloenzimas, factores vitamínicos y elementos antioxidantes conducen a una disfunción de la inmunidad.
El sistema inmunológico, como cualquier otro sistema del cuerpo, depende de una ingesta adecuada de alimentos y es muy sensible a los déficits y desequilibrios nutricionales. Sin embargo, a diferencia de otros sistemas, los requisitos nutricionales del sistema inmunológico varían, muy rápidamente, dependiendo de la replicación y síntesis celular, así como de otras funciones que demandan energía.
Las deficiencias dietéticas de proteínas y micronutrientes específicos se han asociado durante mucho tiempo con la disfunción inmunológica. La ingesta adecuada de hierro, zinc y vitaminas A, E, B6 y B12 es particularmente importante para mantener la función inmunológica.
¿Cómo funciona la inmunidad?
El sistema inmunológico ayuda a mantener la integridad del organismo huésped mediante la eliminación de componentes extraños (virus, bacterias, parásitos y otros microorganismos, injertos, alérgenos) y componentes “propios” modificados. Realiza esta función en estrecha relación con otros sistemas fisiológicos, en particular los sistemas nervioso y endocrino, con los que se comunica a través de diversos mediadores (neurotransmisores, hormonas, citocinas) y receptores específicos comunes a estos sistemas.
El sistema inmunológico también produce mediadores, llamados citocinas, que son secretados por células presentes en tejido dañado o infectado y desencadenan una respuesta inflamatoria. También pueden actuar, a distancia, en otros órganos, como el hígado, para estimular la producción de proteínas para la fase aguda de la inflamación y el sistema nervioso central, para desencadenar, en particular, el aumento de temperatura corporal (fiebre ).
El deterioro de la inmunidad mediada por células, la función fagocítica, el sistema del complemento, las citocinas, la producción y secreción de anticuerpos se asocian globalmente con la desnutrición proteico-energética.
Deficiencia de micronutrientes y vitaminas, como zinc, selenio, hierro, cobre, magnesio, manganeso, Vit. A, C, E, B6 y el ácido fólico pueden provocar un deterioro de las respuestas inmunitarias.
Inmunidad y Nutrición:
Para funcionar correctamente, el sistema inmunológico depende, estrechamente, de la calidad y cantidad de nutrientes consumidos (carbohidratos, grasas y proteínas, agua, micronutrientes y minerales).
Sin embargo, la deficiencia o insuficiencia de nutrientes debe corregirse para mantener adecuadamente la función del sistema inmunológico.
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El papel de los macronutrientes:
Los carbohidratos son la principal fuente de energía para el sistema inmunológico. La glucosa es esencial para la producción de lactato para producir la máxima cantidad de ATP (energía), necesaria para la proliferación de diferentes células inmunes. Por lo tanto, las necesidades de carbohidratos deben cubrirse durante diferentes infecciones, como, por ejemplo, Covid-19.
El nivel de lípidos y el tipo de ácidos grasos presentes en la dieta pueden afectar las funciones de los linfocitos. La composición de ácidos grasos influye en la función de los linfocitos y otras células inmunitarias.
También es necesaria una ingesta adecuada de proteínas para mantener el funcionamiento adecuado del sistema inmunológico. De hecho, cualquier deficiencia de proteínas es una causa importante de déficit de inmunidad celular y conduce a una predisposición a enfermedades infecciosas.
La glutamina, un aminoácido importante para determinadas células del sistema inmunológico, es también precursor de un potente antioxidante: el glutamato y un importante modulador de la función de linfocitos y macrófagos. En caso de infección, la tasa de consumo de glutamina es similar o superior a la de glucosa.
Durante las infecciones, la suplementación con glutamina es importante porque estimula la fagocitosis por los macrófagos, ayuda a mantener la población de células T circulantes y normaliza la función de los linfocitos.
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El papel de los micronutrientes:
Varios micronutrientes son esenciales para el buen funcionamiento del sistema inmunológico, en particular, las vitaminas A, C, D, E, B1, B2, B6, ácido fólico, zinc, selenio, magnesio y cobre. Las deficiencias de micronutrientes son un problema de salud pública mundial reconocido; el estado nutricional deficiente predispone generalmente a diferentes infecciones. Sin embargo, la suplementación con micronutrientes puede aumentar la resistencia a las infecciones.
También llamada ácido ascórbico, la vitamina C es una vitamina soluble en agua conocida por su poderoso poder antioxidante. Fortalece la acción del sistema inmunológico y protege frente a infecciones. La vitamina C también puede tener un efecto antihistamínico, aliviando los síntomas asociados con afecciones similares a la gripe, como estornudos, secreción nasal y sinusitis. Esta vitamina también ha demostrado su eficacia en neumonía e infecciones del tracto respiratorio inferior.
Es una vitamina soluble en grasa considerada una hormona. Se sintetiza en el cuerpo humano, a partir de un derivado del colesterol o ergosterol, bajo la acción de la radiación ultravioleta tipo B (UVB) del sol sobre la piel para dar colecalciferol (vitamina D3).
Además de su papel bien establecido en la regulación de la homeostasis fosfocálcica, la vitamina D tiene otras funciones fisiológicas, como en particular el mantenimiento del equilibrio entre un estado pro y antiinflamatorio.
Esta vitamina es un importante antioxidante soluble en grasa que también ayuda a limitar la respuesta inmune descontrolada y se cree que tiene efectos inmunomoduladores.
Esta vitamina reúne más de 600 moléculas, el más importante y más conocido de los carotenoides es el betacaroteno, este último ha sido estudiado durante mucho tiempo por su actividad de provitamina A. Sin embargo, no todos los carotenoides pueden convertirse en vitamina A. Su función en el organismo es propio y es independiente de esta conversión.
La suplementación con vitamina A reduce notablemente la morbilidad y la mortalidad en diversas enfermedades infecciosas, como el sarampión, la neumonía relacionada con el sarampión, la infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) y la malaria. La suplementación con vitamina A también juega un papel en la prevención de complicaciones relacionadas con diversas enfermedades infecciosas.
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Vitaminas B:
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Estas son vitaminas solubles en agua que juegan un papel de coenzimas, esencialmente.
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- Vitamina B1 o tiamina: interviene en la respuesta inmunitaria y la adaptación al estrés oxidativo. También tiene propiedades antiinflamatorias.
- Vitamina B6: contenida en la levadura de cerveza, es una coenzima importante en las diversas vías del metabolismo de las proteínas. También juega un papel importante en la función inmunológica.
- Vitamina B9 o ácido fólico: el ácido fólico no solo es importante durante el embarazo, sino que juega un papel clave en la función inmunológica. Una deficiencia de ácido fólico induce una disminución en la respuesta de anticuerpos a varios antígenos.
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Es un oligoelemento esencial para la división celular y para el funcionamiento de la inmunidad. La deficiencia de zinc puede inducir, entre otras cosas, una alteración de la respuesta inmunitaria, pero también un aumento del estrés oxidativo y la inflamación. También se sabe que el zinc limita la replicación de los virus, en particular la de la influenza y los coronavirus de ARN. Los suplementos de zinc básicamente ayudan al sistema inmunológico a luchar contra las infecciones virales, especialmente al inhibir la replicación de su material genético.
Es un oligoelemento conocido por su poder antioxidante. Esta enzima jugaría un papel clave durante el ciclo celular. Además, una deficiencia de selenio tiene un impacto no solo en la función inmunológica, sino también en la patogenicidad de los virus, tras la caída de las defensas antioxidantes. Sin embargo, la deficiencia de selenio induce un aumento de la virulencia de ciertas infecciones virales y un deterioro de la inmunidad tanto humoral como mediada por células.
Realiza varias funciones biológicas en el cuerpo. Diferentes estudios han demostrado el papel clave del magnesio en la respuesta inmune.
Es un oligoelemento esencial para la vida, está presente en muchas enzimas y proteínas. También juega un papel importante en el desarrollo y mantenimiento de la función del sistema inmunológico. La deficiencia de cobre conduce a una mayor susceptibilidad a las infecciones.
Fuentes:
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- Schett G., Elewaut D., McInnes I., Dayer J., Neurath M. How cytokine networks fuel inflammation: Toward a cytokine-based disease taxonomy. Nat Med
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- Calder PC., Yaqoob P., Thies F. Fatty acids and lymphocyte functions. Br J Nutr