Cuidando el hígado: 5 gestos sencillos

El hígado, central química de nuestro organismo, desempeña cientos de funciones y su funcionamiento óptimo es uno de los pilares de nuestra salud. Como está sometido a una presión constante, nos interesa cuidarlo a diario. Unos gestos sencillos pueden ayudarnos.

Beber mucha agua

Una hidratación suficiente es esencial para que el hígado pueda desempeñar su función de filtrado, transformación y eliminación de moléculas indeseables. La dosis ideal es de 1 litro por cada 30 kg de peso corporal al día.

Para favorecer la función hepática y evitar molestias, un vaso de agua tibia con zumo de limón por la mañana en ayunas puede ser beneficioso (siempre que se respete el temperamento). Las personas nerviosas y retraídas no se beneficiarán, sino todo lo contrario)

Come sano y ligero

Nuestro hígado tiene 500 funciones diferentes. Nunca está inactivo, ya que “gestiona” todo lo que ingerimos Por tanto, nos conviene no sobrecargarlo con xenobióticos (sustancias extrañas a la vida), es decir, alcohol, tabaco, aditivos alimentarios, pero también todos los contaminantes (pesticidas, herbicidas, alteradores endocrinos), hormonas y medicamentos, etc.

Del mismo modo, una alimentación demasiado grasa o con un índice glucémico elevado, carente de enzimas y vitaminas y cocinada a altas temperaturas es perjudicial para el hígado. Exigen al hígado un esfuerzo suplementario constante para evacuar todos estos elementos tóxicos.

Libera tus emociones

Las emociones reprimidas son energías estancadas que impiden la correcta circulación del Qi. En la medicina tradicional china, el hígado está vinculado a la energía de la ira (frustración, irritación, resentimiento, amargura, agresividad, cólera, impaciencia, indignación, etc.).

Expresada con demasiada fuerza o, por el contrario, reprimida, la ira repercute en el h ígado y provoca trastornos (migrañas, problemas digestivos, infelicidad, etc.) Por eso es importante encontrar la manera de gestionar y liberar las emociones. Piense en la Flor de Bach “Holly”, que actúa sobre esta emoción.

Reconecta con la bolsa de agua caliente

Aplicar una bolsa de agua caliente sobre el hígado produce vasodilatación, lo que ayuda al hígado en sus funciones de eliminación y contribuye a aliviar la congestión. Un gesto sencillo para realizar por la noche después de cenar, o simplemente cuando surja la necesidad (véase el artículo La bolsa de agua caliente, un gesto naturista “).

Desintoxique su hígado en cuanto lo necesite

Antes de pensar en la fitoterapia, muy útil para apoyar y depurar el hígado, la primera desintoxicación consiste en aligerar la alimentación. Lengua pesada, mal aliento, despertares nocturnos inusuales, tez taciturna, náuseas, cansancio arrastrado… Todos estos son signos de que necesitamos cuidar nuestro hígado poniéndolo a descansar.

Una mono-dieta (cereales, verduras verdes, frutas) o el ayuno son una buena manera de aligerar la carga del hígado.Evitar ciertos alimentos grasos, refinados, excitantes (café, chocolate, alcohol) y combinaciones desafortunadas en platos poco digeribles (cremas, grasas, hidratos de carbono con alto índice glucémico, etc.) ya dará un respiro a nuestro hígado, antes de plantearnos una depuración más profunda.

¡El 28 de julio es el Día Mundial contra la Hepatitis!

Una enfermedad infradetectada..

Por hepatitis se entiende cualquier inflamación aguda o crónica del hígado que puede evolucionar espontáneamente hasta curarse o progresar a fibrosis (una forma de cicatrización), cirrosis o cáncer de hígado. Las causas más conocidas de hepatitis son el consumo excesivo de alcohol y los virus de la hepatitis (A, B, C, D, E, G). Por tanto, se distingue entre hepatitis vírica y no vírica. Más raramente, otras causas pueden provocar una inflamación del hígado, como otros virus, por ejemplo el herpes o la mononucleosis, determinados medicamentos o trastornos del sistema inmunitario.
Se dice que la hepatitis es aguda cuando el organismo entra en contacto con el virus, y crónica cuando persiste durante más de 6 meses tras el inicio de la infección.
Los síntomas de la hepatitis no son muy característicos: fatiga, náuseas, orina oscura, ictericia… A veces están completamente ausentes. En 2019, de las 135.000 personas de entre 18 y 75 años que padecían hepatitis B en la Francia metropolitana, ¡solo el 17,5% eran conscientes de su enfermedad! En cuanto a la hepatitis C, de 193.000 pacientes infectados, un tercio desconocía su enfermedad, a pesar de que el 99% de los pacientes se recupera en 8 a 16 semanas con los tratamientos más recientes.

Hígado y microbiota, ¡cuando uno no puede prescindir del otro!

El hígado es la principal fábrica de “purificación” del organismo, procesa la mayoría de las moléculas extrañas y filtra constantemente la sangre. En buen estado de salud, el hígado capta, transforma y vuelve inofensivas, antes de eliminarlas, las sustancias tóxicas contenidas en los alimentos, el agua, las bebidas y el aire que respiramos. En un estado insano, la digestión, la absorción, el almacenamiento y el metabolismo de los nutrientes se ven perturbados, lo que provoca carencias de vitaminas y minerales… Esto explica sin duda por qué las necesidades energéticas medidas en los pacientes infectados por el VHC, incluso en ausencia de cirrosis, son por término medio más elevadas por unidad de masa corporal magra que en los individuos sanos..
Por el contrario,otros estudios tienden a demostrar que la composición de la microbiota intestinal puede desempeñar un papel en la protección del hígado. Las investigaciones llevadas a cabo por un equipo del Inserm financiado por el FRM ya han demostrado que la composición de la microbiota intestinal está implicada en la susceptibilidad individual a desarrollar daños hepáticos tras el alcoholismo.

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